En su degradación, Israel actuó de forma insensata, pues no confió en Dios directamente; más bien, confió en los sistemas establecidos por Él. Ante la situación en que se encontraban, ellos debieron haberse arrepentido, hacer una confesión minuciosa, volverse a Dios dejando sus ídolos e inquirir de Dios para saber qué quería Él que ellos hicieran. En cambio, debido a que no tenían interés por el deseo de Dios ni por Su economía eterna, actuaron supersticiosamente al poner su confianza en el Arca basándose en las victorias pasadas que habían experimentado mediante el mover del Arca (Nm. 10:35; Jos. 6). Pero esta vez, ellos no se hallaban en la situación apropiada. En su degradación, habían ofendido a Dios al máximo, y Dios los había dejado. A la postre, en lugar de que el Arca salvase a Israel, la misma fue capturada (v. 11a).
El Arca tipifica a Cristo como corporificación de Dios (véase la nota Éx. 25:101). También representa a Cristo como la presencia del Dios Triuno con Su pueblo a fin de llevar a cabo Su economía para establecer Su reino en la tierra. Que el Arca saliera implicaba que la presencia de Dios salía (v. 4). El mover del Arca es un cuadro que muestra el mover que Dios realiza sobre la tierra en Cristo como Su corporificación (Nm. 10:33-36 véase la nota Sal. 68:11a). Mientras Israel combatía contra los filisteos, Dios no tenía intención alguna de actuar. Los hijos de Israel no tenían noción de la economía de Dios ni les interesaba, y que ellos sacasen el Arca implicó que usurparan a Dios, incluso obligándole a salir con ellos por causa de su propia seguridad, paz, descanso y ganancia. En principio, nosotros hacemos lo mismo siempre que oramos por nuestra prosperidad sin considerar la economía de Dios. En lugar de usurpar a Dios, debemos orar, vivir y ser personas conforme al corazón de Dios y entregadas a Su economía.