Figurativamente hablando, la grosura significa abundancia; específicamente, es un término referido a las cenizas (de la grosura) de los sacrificios (Strong). Así que, la grosura de la casa de Dios procede de los sacrificios, las ofrendas, que en su conjunto tipifican al Cristo todo-inclusivo (He. 10:5-10). La grosura de la casa de Dios, por tanto, se refiere a las riquezas de Cristo (Ef. 3:8). Las cenizas de la grosura de los sacrificios son las señales de lo logrado por Cristo mediante Su muerte (cfr. nota Lv. 4:121 y nota Lv. 6:101).
Los vs. 8-9 revelan a la Trinidad Divina que, en Su impartición divina, es el disfrute del pueblo de Dios en la casa de Dios. La grosura se refiere a Cristo, el Hijo; el río de las delicias divinas se refiere al Espíritu como río de agua de vida (Jn. 7:37-39; Ap. 22:1); y la fuente de vida y luz (v. 9) se refiere al Padre como fuente de vida y luz (Jn. 1:4; 1 Jn. 1:5; Ap. 21:23; 22:1-2, 5). Estos versículos indican que incluso durante la dispensación de la ley, antes de la dispensación de la gracia en la era del Nuevo Testamento, los santos buscadores disfrutaron al Dios Triuno en Su morada sobre la tierra. Además, estos versículos indican que la Biblia entera fue escrita conforme a la visión rectora de que el Dios Triuno se forja en Su pueblo escogido y redimido para ser su vida y su suministro de vida a fin de saturar todo su ser con la Trinidad Divina, esto es, con el Padre como la fuente, el Hijo como la grosura y el Espíritu como el río.