Véase la nota al encabezamiento de Sal. 32.
Véase la nota al encabezamiento de Sal. 32.
El salmo 89, especialmente los vs. 3-4, 19-29, 34-37, revela que la intención de Dios es que Cristo, Su Ungido, posea toda la tierra. En los vs. 19-20 Cristo, Aquel que es único en la inscripción de Dios (87:6), ha llegado a ser el Santo de Dios, el Poderoso de Dios, el Ungido de Dios (Hch. 2:27; Is. 9:6; Mt. 1:16). Él llama a Dios Su Padre y Su Dios (v. 26; Jn. 20:17). Él ha llegado a ser el Primogénito y “el más elevado de los reyes de la tierra” (v. 27; Ro. 8:29; Ap. 1:5a). Su trono será como el sol delante de Dios; será establecido para siempre como la luna (vs. 36-37; 72:5). Dios establecerá Su descendencia para siempre, y “Su trono como los días de los cielos” (v. 29). Dios extenderá el territorio de esta persona única de tal modo que posea toda la tierra, poniendo “sobre el mar Su mano y sobre los ríos Su diestra” (v. 25; cfr. Ap. 10:1-2). El mar probablemente hace referencia al mar Mediterráneo, el centro de la tierra habitada. Que el territorio de Cristo habrá de extenderse hasta abarcar todos los ríos indica que Cristo poseerá todas las regiones de la tierra, representadas por sus ríos; esto es, Él poseerá toda la tierra (Sal. 2:8). Tanto el Libro Dos como el Libro Tres terminan con el reino de Dios que se extiende a toda la tierra (Sal. 72:8, 11, 19; 89:25, 27).
Una forma abreviada de Jehová.
Es decir, Egipto.
La justicia y la equidad, dos de los principales atributos de la naturaleza divina de Dios, son el cimiento del trono de Dios. Esto corresponde con el hecho de que el cimiento del trono de Dios en la Nueva Jerusalén es oro puro, el cual representa la naturaleza de Dios en los atributos de justicia y equidad (Ap. 21:18; 22:1). Véase la nota Is. 32:12.
O, hermosura.
Algunos mss. dicen: santos.
En referencia a Cristo, tipificado aquí por David (cfr. Jer. 30:9; Ez. 34:23; Os. 3:5; Am. 9:11).
Muchos mss. dicen: Jehová.