En 2:4 David había sido ungido rey sobre la tribu de Judá. Aquí David fue ungido por las otras tribus (vs. 1-5), y Dios lo confirmó como rey y exaltó su reino por amor de Su pueblo Israel (vs. 6-25). Saúl procuró exaltarse a sí mismo con su monarquía, pero no tuvo éxito. En cambio, con David, Dios hizo todo lo necesario para confirmarlo y exaltarlo junto con su reino por amor del pueblo de Dios (cfr. Mt. 23:12). La historia de David, especialmente la relatada en 1 S. 18:1 — 2 S. 5:25, muestra que el Dios soberano operaba y actuaba detrás de la escena, dirigiendo a todos y toda situación a fin de edificar Su reino en Sus elegidos por medio de la persona apropiada para llevar a cabo Su economía.
