Para medir a fin de poseer. Dios había abandonado a Jerusalén por setenta años (v. 12; Jer. 25:11). Ahora, Él regresaba para volver a poseer la ciudad; por tanto, Él hizo que la cuerda de medir fuese extendida sobre ella (Zac. 2:1).
Para medir a fin de poseer. Dios había abandonado a Jerusalén por setenta años (v. 12; Jer. 25:11). Ahora, Él regresaba para volver a poseer la ciudad; por tanto, Él hizo que la cuerda de medir fuese extendida sobre ella (Zac. 2:1).
Debido a que las naciones estaban reposadas mientras Jerusalén estaba turbada, Jehová sintió gran celo por Jerusalén. Él estaba muy enojado con las naciones, las cuales estaban cómodas, reposadas y tranquilas (vs. 11, 15). Dios se había enojado apenas un poco con Israel, pero las naciones, al ejecutar el castigo de Dios sobre Israel, cometieron excesos contra Israel (v. 15b).
Los caballos de color bermejo, castaño rojizo y blanco fueron enviados por Jehová a recorrer toda la tierra a fin de observar la situación en que se encontraban las naciones. Según es indicado por el movimiento de los caballos, el pueblo de Dios que había sido hecho cautivo estaba turbado y carecía de paz, reposo y del disfrute de la vida. Las naciones, por el contrario, estaban reposadas y tranquilas (v. 11). Esto indica que, a los ojos de Dios, todas las naciones alrededor de Israel en aquel tiempo estaban reposadas y disfrutando de su vida en paz y quietud, mientras que los elegidos de Dios padecían sufrimientos.
Los caballos de tres colores diferentes indican que la redención efectuada por Cristo (el caballo bermejo) conduce al Israel arrepentido (los caballos castaño rojizos) a ser rápidamente justificado y aceptado por Dios (los caballos blancos). Esta visión de los caballos retrata la situación en que se encontraba Israel durante su cautiverio. A los ojos de Dios, Cristo el Redentor estaba con ellos llevando la delantera, y ellos, el pueblo redimido por Dios, le seguían. Debido a que ellos eran el pueblo redimido por Dios, a primera vista son vistos como si fueran caballos bermejos; pero debido a su impureza, ellos son representados también por caballos castaño rojizos (donde este color indica una mixtura). Es necesario que ellos tengan contacto con Dios y sean disciplinados por Él a fin de ganar a Dios mismo y ser justificados por Él, de modo que lleguen a ser el pueblo representado por los caballos blancos. Una vez que ellos se hayan arrepentido, serán rápidamente aceptados por Dios y justificados por Él.
Estos mirtos representan al pueblo de Israel, humillado pero precioso, que se encuentra en cautiverio. El Cristo redentor, como hombre y Ángel de Jehová, quien es la corporificación del Dios Triuno, fue enviado por Dios para que acompañase al pueblo humillado de Israel en su cautiverio. Que Cristo estuviese de pie entre los mirtos que había en la hondonada significa que Él permaneció de manera prevaleciente entre el Israel que estaba cautivo en las partes más bajas del valle en su humillación. Como Aquel que cabalga en el caballo bermejo, Cristo, el Redentor, era el protector de Israel, quien estaba listo para actuar velozmente haciendo lo que fuera necesario a fin de cuidar de ellos en su cautiverio. Cristo sostuvo a Israel en medio de su cautiverio para que, a la postre, Él pudiera —a través de Israel— ser introducido en la humanidad al nacer a fin de llevar a cabo la economía eterna de Dios.
Zac. 6:2-7; Ap. 6:2, 4-5, 8
Aquí el caballo bermejo representa el veloz mover de Cristo en Su redención, la cual fue lograda mediante el derramamiento de Su sangre (Ef. 1:7; 1 P. 1:18-19).
Este varón es el Ángel de Jehová (v. 11), Cristo en Su humanidad. El Ángel de Jehová es el propio Jehová como Dios Triuno (Éx. 3:2, 4-6, 13-15). Él también es Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno (Col. 2:9) y el Enviado de Dios (Jn. 5:36-38; 6:38-39). Además, el Ángel de Jehová es el Ángel de Dios, quien acompañó y protegió a Israel en su camino al salir de Egipto hacia la tierra prometida (Éx. 23:20; 32:34; Jue. 6:19-24; Is. 63:9).
La exhortación hecha a los hijos de Israel en los vs. 2-6 de volver a Jehová con la promesa de que Jehová volvería a ellos indica que aunque los hijos de Israel retornaron de Babilonia a Jerusalén, probablemente la mayoría de ellos no retornaron al Señor. Esto establece el principio de que primero tenemos que volver al Señor, y entonces el Señor volverá a nosotros.
O, Sebaot. Así también en el resto del libro.
Que significa en un tiempo señalado. El significado colectivo de los tres nombres — Zacarías, Berequías e Iddo— es que en un tiempo señalado Jehová bendecirá y Jehová recordará.
Que significa Jehová bendice.
Que significa Jehová recuerda; Jah una forma abreviada de Jehová. Zacarías nació durante el cautiverio en una familia sacerdotal (Neh. 12:1, 4, 12, 16). Primero fue un sacerdote, y después llegó a ser profeta. Él regresó a Judá junto con Zorobabel en tiempos del profeta Hageo alrededor del año 520 a. C. (Esd. 5:1). Zacarías y Hageo alentaron la edificación del templo de Dios realizada bajo las manos de Zorobabel y Josué. Josué era el sumo sacerdote, que representa el sacerdocio. Zorobabel, un descendiente de la familia real, era el gobernador de Judá, que representa el reinado. Por tanto, el templo de Dios fue edificado por el reinado junto con el sacerdocio. De igual modo, en la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo son requeridos tanto el sacerdocio como el reinado (1 P. 2:5, 9). Véase la nota Esd. 5:11.
El pensamiento central de la profecía de Zacarías es que Jehová recuerda a Su pueblo que sufre disciplina y siente conmiseración por ellos en medio de sus padecimientos debido a los excesos cometidos por las naciones al castigar a Israel según fuera dispuesto por Jehová. Dios usó a las naciones para castigar a Israel, pero las naciones cometieron excesos al llevar a cabo el castigo de Dios a Sus elegidos. Fue por causa de los sufrimientos padecidos por Israel al recibir el castigo de Dios que Él envió a Cristo, Su Ángel, para que estuviese con ellos y pasase junto con ellos por el cautiverio (vs. 7-11). Él también hizo surgir “artífices” que tomaran medidas respecto a las naciones que habían cometido excesos contra Israel (vs. 20-21). Mediante Zacarías, un profeta de la restauración, Dios impartió palabras afectuosas de consuelo y promesa a Su pueblo que sufría disciplina, diciéndoles que Él habría de llevar al Israel dispersado de regreso a su propio país con la esperanza de un tiempo de restauración y prosperidad (vs. 12-17; 2:1-13; 3:1-10; 4:1-14; 6:9-15; 8:1-23).
En la profecía de Zacarías, Cristo fue enviado a Israel como Rey que viene a ellos en forma humilde (Zac. 9:9-10) y como Pastor que alimenta (Zac. 11:7), pero que fue detestado (Zac. 11:8), vendido (Zac. 11:12-13), atacado (Zac. 13:7) y traspasado (Zac. 12:10), con lo cual efectuó la redención para ellos (Zac. 13:1; 1:8; 3:9). Al final, Cristo combatirá por Israel a fin de libertarlo de manos del anticristo para lograr la salvación de la casa de Israel (12:1—14:21). En la restauración, Cristo será Rey sobre toda la tierra (Zac. 14:8-11, 16, 20-21).
Véase la nota Zac. 1:181.
La visión de los cuatro cuernos y los cuatro artífices (vs. 18-21) fue una palabra de promesa que dio consuelo y aliento a Israel por ser la respuesta de Dios a la intercesión de Cristo en pro de Sion y Jerusalén mencionada en el v. 12. Los cuatro cuernos son cuatro reinos con sus reyes —Babilonia, Medo-Persia, Grecia y el Imperio romano—, también representados por la gran imagen humana descrita en Dn. 2:31-33 y por las cuatro bestias mencionadas en Dn. 7:3-8, que dañaron y destruyeron al pueblo escogido de Dios. Los cuatro artífices (v. 20) son las destrezas usadas por Dios para destruir estos cuatro reinos con sus reyes. Cada uno de los primeros tres reinos —Babilonia, Medo-Persia y Grecia— fue conquistado con gran destreza por el reino que les sucedió (cfr. Dn. 5; 8:3-7). El cuarto Artífice será Cristo como piedra no cortada por manos, quien a Su regreso desmenuzará el Imperio romano restaurado y así desmenuzará la gran imagen humana que es la totalidad del gobierno humano (Dn. 2:31-35).