Mientras que el templo es señal de la casa de Dios, la ciudad de Jerusalén es señal del reino de Dios para Su administración. La ciudad de Jerusalén fue medida y se halló que era una región abierta (v. 4), esto es, sin límites. Esto indica que el reino de Dios es ilimitado, del tamaño de Dios mismo, y que Dios mismo es el tamaño de Su reino.