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Capítulos de libros «Éxodo»
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  • A fin de resolver el grave problema causado por la adoración del becerro de oro por parte de los hijos de Israel, Dios requería de alguien que mediara entre Él y el pueblo. Moisés, un varón íntimamente relacionado con ambas partes, reunía cualidades únicas para ser tal mediador. Como compañero de Dios (Éx. 33:11 y la nota 1), Moisés disfrutaba de una relación íntima con Dios y conocía lo que había en el corazón de Dios. En particular, él sabía que Dios no desistiría de Su propósito concerniente a los hijos de Israel. Por tanto, él pudo conversar íntimamente con Dios con respecto a Su pueblo y pudo apaciguar a Dios en beneficio de ellos.

  • O, castigue.

  • Los levitas fueron en contra incluso de los vínculos más estrechos que los unían a quienes habían adorado al becerro de oro. Al matar a los idólatras, los hijos de Leví se separaron del resto de sus hermanos y fueron hechos aptos para ejercer el sacerdocio con el Urim y el Tumim (Dt. 33:8-10). La intención de Dios era que la nación entera de Israel fuese un reino de sacerdotes (Éx. 19:6), pero a causa de la adoración al becerro de oro, la mayoría de los hijos de Israel perdió el sacerdocio. El sacerdocio fue, entonces, dado a una sola tribu, la tribu de Leví.

    La intención de Dios es que todo creyente en Cristo, todo hijo de Dios, sea un sacerdote (Ap. 1:6; 5:10). Sin embargo, a lo largo de los siglos la adoración impura ha hecho que la mayoría de los creyentes pierda el sacerdocio. Los parientes de los levitas nos representan a nosotros, a aquella parte de nuestro ser que participa en la adoración idólatra. Si “matamos” a tales adoradores impuros, seremos los vencedores que conservan el sacerdocio; de otro modo, seremos contados entre aquellos que perdieron el sacerdocio.

  • Aquí Moisés hizo un llamado a los vencedores. Este llamado no fue causa de división entre el pueblo de Dios, sino que produjo su purificación (cfr. la nota Éx. 32:41, párr. 2).

  • Quienes adoran a un ídolo tendrán que, eventualmente, “beber” del mismo ídolo que adoraron (cfr. Ro. 1:23-25; Gá. 6:7-8a). Éste es un castigo de parte de Dios.

  • Quebrar las tablas del Testimonio (v. 15) indica que antes de que los hijos de Israel recibieran la ley, ya habían quebrantado tanto la ley como el pacto de la ley.

  • Lit., hizo que el rostro de Jehová se tornara dulce, o grato. Al rogar por el bien de los hijos de Israel, Moisés se preocupó por el nombre de Dios y se basó en la fidelidad de Dios para guardar Su pacto (vs. 11-13), lo cual hizo que la expresión del rostro de Dios cambiara de una expresión de ira a una de complacencia. Por tanto, Dios se arrepintió y no consumió a Su pueblo (v. 14).

  • Todo cuanto amamos más que a Dios es un ídolo que nos corrompe, lo cual introduce muchas cosas pecaminosas en nuestra vida (cfr. Ro. 1:18-32).

  • Un becerro no sirve para realizar labor alguna, sino para ser comido; por tanto, representa disfrute (Gn. 18:7-8; Lc. 15:23). Después que el becerro de oro fue confeccionado, la gente comió, bebió y se levantó a jugar delante de aquel becerro (vs. 6, 18-19a). Este cuadro indica que los hijos de Israel adoraban lo que disfrutaban. Su adoración del becerro de oro era una diversión y un entretenimiento, lo cual indica que la diversión y el entretenimiento eran su ídolo.

  • El becerro de oro no era un ídolo pagano, pues fue confeccionado por Aarón, un auténtico sumo sacerdote designado por Dios. Además, Aarón confeccionó el becerro en el nombre de Jehová y tomó la iniciativa de adorar al ídolo como quien presenta ofrendas a Dios y le adora (vs. 4-6, 8). Por tanto, el pueblo redimido por Dios adoró un ídolo en el nombre de Jehová su Dios y conforme a la manera que Dios había ordenado (cfr. Sal. 106:19-20; Ro. 1:23). Éste fue un acto fingido y una mixtura sutil en la adoración a Dios.

    Según los principios en el Nuevo Testamento, la idolatría es la principal fuente de división y fornicación. Este ídolo, el becerro de oro, causó división entre los hijos de Israel (cfr. 1 Co. 1:10-13; 11:18-19). En realidad, la división es fornicación espiritual (cfr. Ap. 17:1-5). La idolatría y la fornicación siempre van juntas (Nm. 25:1-2; Ap. 2:20).

  • Quienes usaban zarcillos de oro lo hacían para embellecerse a sí mismos; esto indica que los esfuerzos por embellecernos a nosotros mismos llevan a la idolatría (cfr. Gn. 35:4 y la nota). Más aún, fue Dios quien le dio al pueblo de Israel el oro de aquellos zarcillos antes de su éxodo fuera de Egipto (Éx. 12:35-36), el cual debía ser usado para la edificación del tabernáculo (Éx. 25:3; 35:5). Sin embargo, antes que el oro pudiera ser usado para el propósito de Dios, fue usurpado por Satanás y usado por el pueblo de Dios para fabricar un ídolo. Por tanto, la idolatría es la usurpación satánica y el abuso humano de aquello que fue dado por Dios con miras a cumplir Su propósito, lo cual hace que esto sea desperdiciado.

  • Incluso antes que se terminara de promulgar la ley, el pueblo ya había quebrantado por lo menos los tres primeros mandamientos de la ley (Éx. 20:2-7) al caer en el pecado de la idolatría. Al reemplazar a Dios con ídolos, el hombre se vuelve incapaz de guardar los mandamientos de Dios (cfr. Ro. 1:18-32 y las notas; 1 Jn. 5:21 y la nota 3, párr. 1).

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