El tabernáculo fue erigido el primer día del primer mes del segundo año (v. 17). El primer mes del primer año correspondía al tiempo de la pascua (Éx. 13:4). Por tanto, del tiempo de la pascua al tiempo en que el tabernáculo fue erigido transcurrió un año completo.

El pueblo de Dios experimentó dos inicios: el primero fue la pascua, para su salvación; y el segundo, cuando el tabernáculo fue erigido, lo cual se relaciona con la edificación de la morada de Dios. Todo cristiano genuino debe tener ambos inicios: la experiencia de la salvación y, en términos prácticos, la experiencia de la edificación de la iglesia como morada de Dios (1 Ti. 3:15).

El Arca fue el primer ítem del mobiliario colocado en el tabernáculo (vs. 20-21), lo cual indica que el Arca ocupa el lugar central con respecto al tabernáculo y su mobiliario. La mayoría de los cristianos se enfoca en la experiencia de salvación en el altar, pero Éxodo revela que la intención de Dios es obtener el Arca del Testimonio que está en el Tabernáculo del Testimonio. Finalmente, el Arca en el tabernáculo tendrá su consumación en un tabernáculo eterno, a saber, la Nueva Jerusalén, donde el Arca, el Cristo redentor, ocupa el lugar central (Ap. 21:2-3; 22:1). La meta eterna de Dios es obtener la Nueva Jerusalén, el pleno cumplimiento del tabernáculo con el Arca.

En relación con el hombre, el tabernáculo era la Tienda de Reunión, pero en relación con Dios, era el tabernáculo. El tabernáculo guarda relación con el testimonio de Dios (Éx. 38:21), mientras que la Tienda de Reunión denota un aspecto más visible y externo que guarda relación con los intereses de Dios en la tierra y Su mover.

Gloria es la expresión de Dios, Dios mismo expresado. La nube que cubría la Tienda de Reunión era el aspecto externo, la cubierta exterior, de la gloria de Dios. Los que se reunían alrededor de la Tienda de Reunión podían ver la nube, pero el sumo sacerdote que entraba al Lugar Santísimo (Lv. 16:15; He. 9:7), dentro del tabernáculo, podía ver la gloria interna del tabernáculo. Esto indica que en nuestra experiencia de la vida de iglesia es preciso avanzar adentrándonos en el tabernáculo —Cristo, la corporificación de Dios— para disfrutar del pan sobre la mesa e interceder en el altar del incienso, a fin de experimentar la gloria en la morada de Dios (cfr. nota Jn. 1:14^2a, párr. 3).

La nube de la gloria de Jehová se convirtió en la dirección, la guía, para los hijos de Israel. Según este tipo, si el pueblo de Dios se halla separado de la morada de Dios, no podrá recibir dirección ni guía. Los hijos de Israel siguieron el tabernáculo con la nube. Asimismo, en nuestra travesía cristiana tenemos que seguir el mover de Dios con Su morada, la iglesia.

En tiempos del Antiguo Testamento la casa de Dios era la casa de Israel, representada por el tabernáculo primero y por el templo después (véase la nota He. 3:6^1a). Al final de Génesis vemos que un individuo, Israel, fue producido como miniatura de la casa de Dios para expresar a Dios y ejercer Su autoridad. Al final de Éxodo vemos que el Israel corporativo fue producido como casa de Dios para expresar a Dios y representarle al ejercer Su autoridad en la tierra. La meta del propósito eterno de Dios es que Él obtenga un pueblo corporativo que sea Su morada con miras a Su expresión y representación en la eternidad. La consumación de Génesis y Éxodo, en conjunto, es el tabernáculo de Dios, Su morada, que está lleno de Su gloria (v. 34). Asimismo, la consumación de toda la Biblia es la Nueva Jerusalén, el tabernáculo eterno de Dios, que está llena de la gloria de Dios (Ap. 21:2-3, 10-11) y que ejerce la autoridad de Dios para que sea llevada a cabo Su administración divina en la eternidad (Ap. 22:1, 5).