El propósito de Dios al llamar a Moisés era, en el aspecto negativo, librar a los hijos de Israel de la usurpación y tiranía por parte de Faraón y Egipto, y en el aspecto positivo, conducirlos a Canaán, una tierra que fluye leche y miel (Dt. 8:7-9), donde ellos podían establecer el reino de Dios (Éx. 19:6; 2 S. 5:12; 7:12, 16) y edificar la morada de Dios en la tierra (2 S. 7:13). Según la tipología, esto significa librar a las personas de la usurpación y tiranía que sobre ellas ejerce Satanás y el mundo e introducirlas en el Cristo todo-inclusivo, tipificado por la tierra de Canaán (véase la nota Dt. 8:71), con miras a la edificación de la iglesia como reino de Dios y morada de Dios en la tierra (Ro. 14:17; Ef. 2:20-22; 4:12).
Como se revela en este capítulo, los hijos de Israel, al cumplir el propósito de Dios, pasaron por tres estaciones: el desierto (v. 18), el monte (v. 12) y la buena tierra (vs. 8, 17). Mediante la pascua (Éx. 12:11, 31-41) y al cruzar el mar Rojo (Éx. 14:21-30), los hijos de Israel salieron de Egipto y entraron en el desierto. Después, fueron llevados al monte por medio del árbol que hizo dulces las aguas amargas (Éx. 15:23-25), por medio de las doce fuentes en Elim (Éx. 15:27), por medio del maná procedente del cielo (Éx. 16:14-15, 31-32, 35), por medio del agua viva que brotó de la roca hendida (Éx. 17:6) y por medio de la victoria obtenida sobre Amalec (Éx. 17:8-16). Fue en el monte donde ellos recibieron la revelación de lo que es Dios, de la vida que debían llevar en conformidad con los atributos de Dios y del deseo de Su corazón, el cual es obtener en la tierra una morada entre Su pueblo (caps. 19—34). Ellos también edificaron el tabernáculo como morada temporal de Dios sobre la tierra (caps. 35—40). Finalmente, mediante el Arca con el tabernáculo, los hijos de Israel entraron en la buena tierra (Jos. 3:3, 6, 8, 13-17; 4:10-19). Allí, en virtud de su disfrute del rico producto de la tierra, ellos derrotaron a los cananeos, quienes ocupaban dicha tierra, y edificaron el templo como morada permanente de Dios en la tierra (1 R. 6). Esta historia de los hijos de Israel presenta un retrato de la salvación completa que experimenta un creyente.