Dios encargó a los hijos de Israel que le ofrecieran los diezmos cada año. Además, cada tres años ellos debían separar otra décima parte dentro de sus ciudades a manera de excedente que mostrase la plenitud del rico producto de la buena tierra. Este diezmo estaba destinado a atender a las necesidades de los pobres y de los levitas, quienes servían a tiempo completo (v. 29; 26:12; cfr. v. 27; Gá. 2:10; 1 Co. 9:14; 1 Ti. 5:17-18). Estos versículos sobre asistir a los necesitados nos muestran que Dios cuida de todo Su pueblo, el cual es Su expresión. De la misma manera, Cristo cuida de todos los miembros de Su Cuerpo. Véase la nota Dt. 26:152.
