Por último, este libro nos muestra que el amor de Dios, en su consumación, opera en beneficio de Su pueblo a fin de que ellos disfruten de Su plena bendición conforme a Su voluntad y presciencia. Pese a que el pueblo de Dios fracasó al no amarlo ni temerlo y pese a que le fue infiel, Dios permanecerá fiel hasta el fin (2 Ti. 2:13) y, al final, logrará conseguir que Su pueblo disfrute de Su plena bendición. A la postre, el pueblo escogido de Dios entró en la Tierra Santa, la poseyó, vivió en ella y la disfrutó. Esto corresponde con la revelación de toda la Biblia, la cual muestra que pese a la infidelidad, las derrotas y los fracasos del pueblo de Dios, Él todavía hará posible que Su pueblo escogido entre en el Cristo rico a fin de poseerlo, disfrutarlo, experimentarlo e, incluso, vivirlo (cfr. Fil. 3:7-14; 1:19-21). En esto consiste el triunfo de Dios, y la correspondiente jactancia y gloria le pertenecen únicamente a Él.
