La vid verdadera (el Hijo), junto con sus pámpanos (los que creen en el Hijo), es el organismo del Dios Triuno en la economía de Dios. Este organismo crece con Sus riquezas y expresa Su vida divina.
La vid verdadera (el Hijo), junto con sus pámpanos (los que creen en el Hijo), es el organismo del Dios Triuno en la economía de Dios. Este organismo crece con Sus riquezas y expresa Su vida divina.
La palabra griega significa el que labra la tierra, el (2 Ti. 2:6; Jac. 5:7; Mt. 21:33). El Padre como el labrador es la fuente, el autor, el que planea, el que planta, la vida, la sustancia, el suelo, el agua, el aire, la luz del sol y todo para la vid. El Hijo como la vid, es el centro de la economía de Dios y la corporificación de todas las riquezas del Padre. El Padre, al cultivar al Hijo, se forja a Sí mismo con todas Sus riquezas en esta vid, y con el tiempo la vid llega a expresar al Padre mediante sus pámpanos de una manera corporativa. Ésta es la economía del Padre en el universo.
Lit., limpia.
Esto significa que el pámpano es privado de participar de las riquezas de la vida de la vid.
Véase la nota Jn. 6:633.
Cuando permanecemos en el Señor y dejamos que Sus palabras permanezcan en nosotros, en realidad somos uno con Él, y Él obra en nosotros. Entonces, cuando pedimos en oración, no estamos solos; también Él ora en nuestra oración. Esta clase de oración está relacionada con llevar fruto (v. 8) y ciertamente será contestada. Véase la nota Jn. 15:164c.
Al llevar fruto se expresa la vida divina del Padre, y de este modo Él es glorificado.
Cuando permanecemos en el Señor, Él nos comunica en nuestro interior la palabra específica para el momento. Estas palabras son Sus mandamientos para nosotros. Al guardar Sus mandamientos, demostramos que le amamos; de esta manera permanecemos en Su amor.
Ser pámpanos de la vid divina y llevar fruto para expresar la vida divina son cosas en las que nos podemos deleitar, y también producen una vida de gozo.
Aquí la palabra griega significa alma, vida del alma.
Éramos pámpanos silvestres, y por fe hemos sido injertados en Cristo. Aquí el Señor dijo que Él nos ha puesto. Esto armoniza con la idea de injertar.
La palabra griega que se traduce vayáis significa partir, lo cual implica irse a otro lugar; por lo tanto, se traduce ir. Ésta es la misma palabra griega traducida voy en Jn. 14:4 y Jn. 16:5. El fruto producido al ir de esta manera, no denota las virtudes del carácter de quien lleva fruto, como en el caso del fruto del Espíritu Santo en el vivir de los creyentes, lo cual se menciona en Gá. 5:22-23, sino que se refiere a los creyentes producidos por el que lleva fruto. Esto corresponde al tema de esta sección, 12:20—17:26, que es la multiplicación de Cristo. Las virtudes que poseemos al permanecer en el Señor no pueden considerarse la multiplicación de Cristo. Solamente los creyentes que producimos en el Señor son la multiplicación tangible de Cristo. La casa del Padre del Jn. 14, la vid verdadera de este capítulo, y el hijo varón del Jn. 16, están relacionados con la multiplicación de Cristo.
Después de ir a producir creyentes en el Señor, debemos cuidarlos. La mejor manera de hacerlo es establecer reuniones en sus hogares, para que estén cubiertos y protegidos, a fin de que reciban cuidado al ser nutridos y enseñados, y para que lleguen a ser fruto que permanece y que vive en los pámpanos de la vid verdadera, es decir en el Cuerpo de Cristo, para ser el aumento de Cristo.
Pedir en el nombre del Señor requiere que nosotros permanezcamos en el Señor y permitamos que Él y Sus palabras permanezcan en nosotros, para que en realidad seamos uno con Él. De ser así, cuando pedimos, Él pide en nuestra petición. Esta clase de petición está relacionada con llevar fruto, e indudablemente será contestada por el Padre. Véase la nota Jn. 15:72.
Esto es amarse unos a otros en la vida del Señor, la vida divina, en el amor del Señor y en Su comisión de llevar fruto. La vida es la fuente, el amor es la condición y llevar fruto es la meta. Si todos vivimos por la vida del Señor como fuente, en el amor del Señor como condición, y si tenemos como meta llevar fruto, indudablemente nos amaremos unos a otros. Tener diferentes fuentes de vida, estar en diferentes condiciones o tener diferentes metas, nos separará e impedirá que nos amemos unos a otros.
El sentido en griego es de con (véase la nota Jn. 1:145). El Espíritu de realidad, que es enviado por el Hijo desde el Padre, no solamente procede del Padre, sino que también viene con el Padre. El Padre es la fuente. Cuando este Espíritu viene de la fuente, no la deja atrás, sino que viene con ella. Este Espíritu, enviado por el Hijo y que viene con el Padre, da testimonio del Hijo. Por lo tanto, Su testimonio acerca del Hijo tiene que ver con el Dios Triuno.
Lit., provenientes del.