El ministerio del Rey celestial, en todas Sus visitas, creó oportunidades para que Él se revelara más. En las situaciones creadas en los caps. 9 y 12, tuvo oportunidades de revelarse como el Médico, el Novio, el paño nuevo, el vino nuevo, el Pastor, el David verdadero, Aquel que es mayor que el templo, el Señor de la mies, el que es más que Jonás, y el que es más que Salomón. Aquí se presentó otra oportunidad para que Él se revelara, esta vez como el pan de los hijos. La mujer cananea le consideró como Señor —una persona divina— y como Hijo de David, un descendiente real, eminente y excelso en Su reinado. Pero Él se reveló a ella como pequeños pedazos de pan que habían de comerse. Esto implica que como Rey celestial Él reina sobre Su pueblo alimentándolo consigo mismo como pan. Sólo al nutrirnos de Él como nuestro alimento podemos ser personas apropiadas para Su reino. Comer a Cristo como nuestro suministro nos permite ser el pueblo del reino en la realidad del reino.