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Capítulos de libros «Ezequiel»
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Mis lecturas
  • Los vs. 8-15, 33-36 nos hablan del recobro de la buena tierra, que representa el recobro del pleno disfrute de las riquezas de Cristo (véase la nota Dt. 8:71).

  • El recobro que el Señor efectúa mediante la vida tiene dos aspectos: el aspecto externo, visto en el cap. 34, y el aspecto interno, visto en los vs. 22-33 de este capítulo. El recobro externo consiste en que nos arrepentimos, nos volvemos al Señor y somos restaurados al disfrute de las riquezas de Cristo y a la bendición de Dios. El recobro interno consiste en que Dios toca nuestro corazón y nuestro espíritu y nos cambia en vida y naturaleza.

    Al recobrar a Su pueblo, Dios actúa por causa de Su santo nombre. El recobro interno efectuado mediante la vida no se lleva a cabo debido a algún mérito que haya en nosotros mismos, sino debido a que Dios realiza algo en nuestro ser por causa de Su propio nombre (cfr. 2 Ti. 1:9; Tit. 3:5).

  • Aquí el agua limpia se refiere a la sangre del Señor que nos redime y lava, la cual es una fuente que nos lava (Zac. 13:1). Al recobrarnos, el Señor nos lava de dos clases de impurezas: de la inmundicia, que incluye toda clase de cosas pecaminosas, injustas, impropias y tenebrosas, y de los ídolos.

  • Al efectuar Su recobro mediante la vida, el Señor nos da un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Nuestro corazón es el órgano con el cual amamos, y nuestro espíritu es el órgano con el cual recibimos. Mientras nos encontremos en una condición caída o descarriada, con respecto al Señor nuestro corazón es de piedra, un corazón duro, y nuestro espíritu está en condición de muerte (Ef. 2:1; 4:18). Cuando el Señor nos salva o aviva, Él renueva nuestro corazón haciendo de nuestro corazón de piedra un corazón de carne, esto es, un corazón suave y amoroso para con Él (cfr. 2 Co. 3:3); más aún, Él vivifica y renueva nuestro espíritu con Su vida divina (Col. 2:13). Como resultado de ello, amamos al Señor, le anhelamos con nuestro corazón renovado y podemos contactarle, recibirle y contenerle al ejercitar nuestro espíritu renovado.

  • Al efectuar Su recobro mediante la vida, Dios no solamente nos da un corazón nuevo y un espíritu nuevo (v. 26), sino que también pone Su Espíritu en nuestro interior, esto es, en nuestro espíritu, con lo cual hace de los dos espíritus un solo espíritu mezclado (Ro. 8:9, 16) y hace que seamos un solo espíritu con Él (1 Co. 6:17).

  • El Espíritu de Dios que está en nuestro interior contiene la naturaleza de Dios, y la naturaleza de Dios corresponde con la ley de Dios. Debido a que tenemos la naturaleza de Dios en nuestro interior (2 P. 1:4), podemos guardar Su ley espontáneamente al andar conforme a nuestro espíritu regenerado, donde mora el Espíritu Santo (Ro. 8:4; Gá. 5:16, 22-23).

  • El recobro que el Señor efectúa mediante la vida hace que Su pueblo llegue a ser semejante al huerto del Edén, donde Cristo es el árbol de la vida para ser el rico suministro de los Suyos (Gn. 2:8-9).

  • El Señor prometió darnos el aumento numérico multiplicando los hombres como un rebaño, pero es necesario que nosotros oremos por esto y le pidamos que lo haga (cfr. Lc. 10:2).

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