En esta visión toda la tierra de Canaán es dividida en tres porciones. La porción del norte es dada a siete tribus (vs. 1-7), la porción del sur es dada a cinco tribus (vs. 23-28), y la porción del medio, la porción santa, constituye una ofrenda elevada para Dios (vs. 8-20). La porción del medio, la santa ofrenda elevada, es un cuadrado de veinticinco mil cañas (v. 20) y está dividido en tres fajas de tierra: una parte para los sacerdotes y el templo (vs. 8-12), una parte para los levitas (vs. 13-14) y una parte para la ciudad y todos sus trabajadores (vs. 15-20). El territorio restante, al oeste y este de la porción del medio, es asignada al rey, a la familia real (v. 21).
El cuadro que describe la repartición por suertes de la tierra muestra que, en la restauración, desde Dan al norte (v. 1) hasta Gad al sur (v. 27), todos los israelitas disfrutarán a Cristo, pero su cercanía a Cristo no será la misma. Cuán cerca estén las tribus a Cristo será determinado por su importancia. Los más importantes son los sacerdotes, quienes están más cerca a Cristo y mantienen la comunión entre el pueblo y el Señor. Los levitas, quienes mantienen el servicio al Señor, son el segundo grupo más cercano al Señor. Luego, los trabajadores de la ciudad, quienes mantienen el gobierno de Dios, son el tercer grupo más cercano al Señor. Además, tenemos a la familia real junto con el rey y el reinado correspondiente.
La comunión de los sacerdotes, el servicio de los levitas, la obra de mantener el gobierno de Dios, y el reinado, todos ellos proceden de las riquezas de la tierra. Conforme al significado espiritual, esto significa que en la iglesia toda la comunión, el servicio, la obra, el gobierno, la realeza, el señorío y el reinado proceden del disfrute de las riquezas de Cristo. Cuanto más disfrutamos a Cristo, más cerca estamos a Él; y cuanto más cerca de Él estamos, más importancia tenemos en relación con Su propósito. Los más importantes son los sacerdotes y los reyes. Conforme a la revelación del Nuevo Testamento, todos los creyentes neotestamentarios deben ejercer la función de sacerdotes y reyes (1 P. 2:5, 9; Ap. 1:6; 5:10; 20:6; 22:3b-5).