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Capítulos de libros «Ezequiel»
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  • Al final de este libro, Dios obtiene un templo santo (caps. 40—44) y una ciudad santa en la Tierra Santa (caps. 47—48). Dios mora en el templo, y Él también mora en la ciudad. En el templo Dios tiene comunión con Su pueblo, y en la ciudad Él reina entre Su pueblo. Esto indica que tanto en el templo como en la ciudad vemos que Dios ha descendido del cielo para vivir con el hombre. El templo y la ciudad tipifican a la iglesia en la era presente como centro para tener comunión con Dios y para que Dios ejerza Su reinado (1 Co. 3:16-17; He. 12:22-23). En la iglesia —que es el templo y la ciudad—, la cual está en Cristo —quien es la buena tierra—, Dios obtiene Su expresión, y tanto Dios como Su pueblo disfrutan mutuamente el uno del otro y obtienen mutua satisfacción. La iglesia, como templo de Dios y ciudad de Dios, finalmente tendrá por consumación la Nueva Jerusalén por la eternidad (Ap. 21:2-3, 22).

  • Que el número de puertas sea doce (vs. 31-34), cantidad compuesta de los números tres y cuatro multiplicados entre sí, representa que la ciudad santa de Dios, la Nueva Jerusalén, es la mezcla del Dios Triuno (tres) con Su criatura, el hombre (cuatro). El número doce también representa perfección absoluta y compleción eterna en la administración de Dios. Esto indica que la Nueva Jerusalén no es solamente la mezcla eterna de la divinidad con la humanidad, sino también un gobierno perfecto que es producto de tal mezcla. Esta ciudad ejercerá plena autoridad en pro de la administración completa de Dios en la eternidad (Ap. 22:1, 3, 5).

  • Aquí la ciudad que tiene doce puertas, donde están escritos los nombres de las doce tribus de Israel, con certeza debe referirse a Jerusalén (cfr. Ap. 21:12-13). Esta ciudad será la morada del Israel restaurado junto con Dios en la parte terrenal del milenio. Como tal, ella tipifica a los vencedores en la iglesia así como a los santos vencedores del Antiguo Testamento, quienes serán la Nueva Jerusalén en calidad de morada mutua de Dios y los vencedores en la parte celestial del milenio (véase la nota Ap. 3:123d), parte que constituye la manifestación del reino de los cielos.

    La historia de Israel es un tipo completo de la historia de la iglesia. La historia de Israel comenzó con la experiencia que, corporativamente, Israel tuvo de la pascua durante su éxodo de Egipto (Éx. 12) y continuará hasta la segunda venida del Señor, cuando Israel será restaurado y edificará la Jerusalén terrenal con las doce puertas. La historia de la iglesia también comenzó con la Pascua, la cual es el Cristo que fue sacrificado (1 Co. 5:7), y continuará hasta el milenio, en el cual los santos vencedores serán la Jerusalén celestial, la Nueva Jerusalén, con sus doce puertas respectivas. Después de los mil años, la Jerusalén celestial será agrandada para convertirse en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva. En ella estarán incluidos todos los redimidos por Dios, tanto de Israel como de la iglesia, a fin de constituir la expresión de Dios y la morada mutua de Dios y Sus redimidos en la eternidad futura. Véase la nota Dn. 12:13d.

  • El santuario, el templo, es la casa de Dios, donde Él obtiene Su reposo; y la ciudad (v. 15) es el reino de Dios, donde Él ejerce Su autoridad. Ambos tipifican a la iglesia como casa de Dios y reino de Dios (1 Ti. 3:15; Ro. 14:17), que consumará en la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2-3, 22; 22:3, 5).

  • En esta visión toda la tierra de Canaán es dividida en tres porciones. La porción del norte es dada a siete tribus (vs. 1-7), la porción del sur es dada a cinco tribus (vs. 23-28), y la porción del medio, la porción santa, constituye una ofrenda elevada para Dios (vs. 8-20). La porción del medio, la santa ofrenda elevada, es un cuadrado de veinticinco mil cañas (v. 20) y está dividido en tres fajas de tierra: una parte para los sacerdotes y el templo (vs. 8-12), una parte para los levitas (vs. 13-14) y una parte para la ciudad y todos sus trabajadores (vs. 15-20). El territorio restante, al oeste y este de la porción del medio, es asignada al rey, a la familia real (v. 21).

    El cuadro que describe la repartición por suertes de la tierra muestra que, en la restauración, desde Dan al norte (v. 1) hasta Gad al sur (v. 27), todos los israelitas disfrutarán a Cristo, pero su cercanía a Cristo no será la misma. Cuán cerca estén las tribus a Cristo será determinado por su importancia. Los más importantes son los sacerdotes, quienes están más cerca a Cristo y mantienen la comunión entre el pueblo y el Señor. Los levitas, quienes mantienen el servicio al Señor, son el segundo grupo más cercano al Señor. Luego, los trabajadores de la ciudad, quienes mantienen el gobierno de Dios, son el tercer grupo más cercano al Señor. Además, tenemos a la familia real junto con el rey y el reinado correspondiente.

    La comunión de los sacerdotes, el servicio de los levitas, la obra de mantener el gobierno de Dios, y el reinado, todos ellos proceden de las riquezas de la tierra. Conforme al significado espiritual, esto significa que en la iglesia toda la comunión, el servicio, la obra, el gobierno, la realeza, el señorío y el reinado proceden del disfrute de las riquezas de Cristo. Cuanto más disfrutamos a Cristo, más cerca estamos a Él; y cuanto más cerca de Él estamos, más importancia tenemos en relación con Su propósito. Los más importantes son los sacerdotes y los reyes. Conforme a la revelación del Nuevo Testamento, todos los creyentes neotestamentarios deben ejercer la función de sacerdotes y reyes (1 P. 2:5, 9; Ap. 1:6; 5:10; 20:6; 22:3b-5).

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