Al recibir gloria y dones en su entronización, José tipifica a Cristo, quien recibió gloria (He. 2:9) y dones (Sal. 68:18; Hch. 2:33) en Su ascensión. El anillo, las vestiduras y el collar de oro describen los dones que Cristo recibió en Su ascensión a los cielos y que después dio a la iglesia. El anillo de sellar representa al Espíritu Santo como sello que opera dentro de los creyentes de Cristo y sobre ellos (Hch. 2:33; Ef. 1:13; 4:30; cfr. Lc. 15:22). Las vestiduras representan a Cristo como nuestra justicia objetiva para nuestra justificación delante de Dios (1 Co. 1:30; cfr. Sal. 45:9, 13; Lc. 15:22) y como nuestra justicia subjetiva expresada en nuestro vivir a fin de que seamos aptos para participar en las bodas del Cordero (Sal. 45:14 y la nota 1; Ap. 19:7-9 y la nota Ap. 19:82b). El collar de oro representa la belleza del Espíritu Santo dada por la obediencia expresada en sumisión (cfr. Hch. 5:32). Un cuello encadenado representa una voluntad que ha sido conquistada y subyugada a fin de obedecer los mandamientos de Dios (cfr. Cnt. 1:10; Pr. 1:8-9). Según la secuencia de nuestra experiencia espiritual, primero recibimos —para salvación— el Espíritu que sella; luego, recibimos las vestiduras de justicia y comenzamos a vivir a Cristo (Gá. 2:20; Fil. 1:20-21a). A fin de que vivamos a Cristo, nuestro cuello tiene que estar encadenado, o sea, nuestra voluntad tiene que ser subyugada por el Espíritu Santo.