Lit., Dios del Amén (dos veces en este versículo); “esto es, el Dios que hace que lo prometido por Él se torne en Sí y Amén (2 Co. 1:20)” (Keil y Delitzsch). Véase la nota 2 Co. 1:201.
Lit., Dios del Amén (dos veces en este versículo); “esto es, el Dios que hace que lo prometido por Él se torne en Sí y Amén (2 Co. 1:20)” (Keil y Delitzsch). Véase la nota 2 Co. 1:201.
Según el v. 17 y Is. 66:22-24, la restauración de Israel y de todo lo introducido por Cristo como Siervo de Jehová tienen por consumación el cielo nuevo y la tierra nueva. Después que tantas cosas hayan dejado de ser, lo que permanecerá será el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén (2 P. 3:10-13; Ap. 21:1-2).
En el reino milenario los judíos serán los sacerdotes sobre la tierra (Is. 2:2-3; Zac. 8:20-23), y los creyentes vencedores serán los sacerdotes en los cielos (Ap. 20:6). Durante ese tiempo la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, estará compuesta únicamente por los santos vencedores del Antiguo y Nuevo Testamento, pero no por los israelitas que serán salvos al retorno del Señor. Al final del milenio Satanás instigará opositores, principalmente procedentes de Gog y Magog, para que ataquen la ciudad de los judíos y el campamento de los santos, pero descenderá fuego del cielo y los devorará (Ap. 20:9). En el cielo nuevo y la tierra nueva, después del milenio, los judíos que fueron salvos al retorno del Señor Jesús se mezclarán con la Nueva Jerusalén. Por tanto, en el cielo nuevo y la tierra nueva habrá únicamente dos pueblos. Primero, estará la Nueva Jerusalén, compuesta por creyentes del Nuevo Testamento y santos del Antiguo Testamento (Ap. 21:12, 14), quienes serán los hijos de Dios que compondrán la familia real que regirá sobre las naciones así como los sacerdotes que servirán a Dios para siempre (Ap. 21:7; 22:3, 5); y segundo, estarán las naciones, cuyos miembros no habrán sido regenerados pero que habrán sido restaurados y vivirán en la tierra nueva como el pueblo de Dios que morará fuera de la Nueva Jerusalén (Ap. 21:3, 24-26; 22:2b).
Los vs. 18-25 revelan que vendrá la restauración tanto de Israel como de todas las cosas. En esta restauración la muerte estará bajo ciertos límites, y habrá abundancia de vida así como mucha alabanza y regocijo.
Estas expresiones son muy similares a las de Is. 11:6-9, donde también se habla de la restauración traída por medio de Cristo. Véase la nota Is. 11:61.