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Capítulos de libros «Isaías»
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  • En la restauración, el Cristo que viene será un retoño que brotará del tocón de Isaí y será un vástago de sus raíces. Israel, especialmente la casa de David, era como un árbol muy elevado. Pero, debido a que Israel cayó en degradación, ese árbol fue talado y sólo quedó un tocón con sus raíces. Tanto María como José eran descendientes de David, parte de la familia real (véase la nota Mt. 1:162a), pero habiendo empobrecido pasaron a formar parte de la clase humilde y residían en Nazaret, una ciudad menospreciada, ubicada en Galilea, una región menospreciada (Lc. 1:26-27). Cristo brotó como retoño del tocón de Isaí, por encima de la tierra, lo cual significa que la restauración es realizada por la vida y es propio de la vida. Además, como vástago, Cristo procedía de las raíces de Isaí, por debajo de la tierra, lo cual representa la profundidad de la vida restauradora, y brotó como ramificación de Dios mismo y llevó mucho fruto. Cristo como retoño y vástago está lleno del poder que restaura, del poder que profundiza, del poder que hace crecer y del poder que da fruto. Debido a que Él se ramificó, el mundo entero está lleno de Su fruto. Al respecto, véase la nota Mt. 1:54d y la nota Mt. 2:233.

  • La ramificación de Jehová es un asunto íntegramente vinculado al Espíritu. Cristo nació del Espíritu (Mt. 1:18, 20; Lc. 1:35); esto es, Él fue constituido del Espíritu como Su esencia divina. Además, Él fue bautizado, ungido, con el Espíritu (Mt. 3:16; Lc. 4:18). El Espíritu estaba con Él todo el tiempo y era uno con Él (Lc. 4:1, 14; 10:21; Jn. 1:32; Mt. 12:28). Él anduvo por el Espíritu y llevó una vida en el Espíritu, con el Espíritu, por el Espíritu y a través del Espíritu. En el vivir humano de Jesús el Espíritu se manifestó con todos los atributos mencionados en este versículo. Así pues, el Espíritu es la realidad de Cristo (Jn. 14:16-20; 2 Co. 3:17).

  • Ceñirse los lomos (las caderas) hace que uno tenga fuerza para moverse, actuar y, especialmente, mantenerse de pie y luchar (Ef. 6:13-14). La justicia y la fidelidad son dos de las virtudes de Cristo necesarias para mantenerse firmemente parado y combatir. Él permanece firme con fidelidad y combate con justicia (Ap. 19:11).

  • Cuando Adán cayó, el pecado entró en él (Ro. 5:12). Puesto que él, la cabeza de todas las criaturas, se volvió un ser caído, algo de Satanás entró también en las criaturas. En la restauración, el poder restaurador de Cristo libertará a todas las criaturas del elemento venenoso de Satanás, haciendo que en ellas se produzca un cambio no solamente en sus acciones externas, sino también en su naturaleza interna (Ro. 8:19-21). Como resultado de ello, la situación imperante entre ellos será placentera, pacífica y llena de amor. La razón para este cambio es que el conocimiento de Dios, esto es, conocer a Dios, llenará la tierra (v. 9).

  • Que Cristo sea la raíz, el retoño y el vástago de Isaí (v. 1) indica Su vínculo con la humanidad, mientras que el hecho de que la gloria sea el lugar de Su reposo indica Su estrecho vínculo con Dios (véase la nota Is. 11:104). Así pues, Él es tanto Dios como hombre, el Dios-hombre. Cfr. la nota Ap. 22:163c.

  • Al ser restaurado Israel, Cristo llegará a ser estandarte para los pueblos y bandera para las naciones (v. 12). Un estandarte sirve principalmente para designar, explicar e instruir, y una bandera sirve principalmente para llamar a la gente y reunirla (Is. 5:26). En este capítulo Isaías hace un paralelo entre Cristo como el retoño y el vástago (v. 1) y Cristo como el estandarte y la bandera. Cuando Cristo, en calidad de retoño, crece entre el pueblo de Dios, este retoño en crecimiento se convierte en un estandarte que describe, explica, designa e, incluso, instruye a los pueblos de la tierra con respecto a lo que Cristo es para el pueblo de Dios. Este mismo Cristo en calidad de vástago crece hasta llegar a ser una bandera que llama a las naciones de la tierra y las congrega.

  • En la restauración, todas las naciones de la tierra se volverán para buscar a Cristo y estarán dispuestas a ser Su pueblo (Is. 2:2; Zac. 8:20-22).

  • La gloria divina, que es Dios mismo expresado, es el lugar de reposo de Cristo. Esto indica que la gloria divina es uno con Cristo (Jn. 17:5, 24). Esto también implica la divinidad de Cristo, e indica que Cristo y Dios son uno (Jn. 10:30).

  • La primera vez que el Señor recobró a Israel fue con ocasión de su éxodo de Egipto.

  • Cristo como estandarte para los pueblos y bandera para las naciones producirá el retorno del pueblo de Dios y logrará la sumisión de los gentiles (vs. 11, 12-16).

  • Véase la nota Is. 11:102.

  • Efraín era el reino norteño de Israel, y Judá era el reino sureño.

  • Lit., dedicará (en este caso, a destrucción).

  • El mar de Egipto es el mar Rojo, y su lengua es el golfo de Suez. El río es el Éufrates. Con miras al retorno de Su pueblo a la Tierra Santa, Dios destruirá (o secará) la lengua del mar de Egipto, secará el Éufrates y construirá calzada desde Asiria (v. 16).

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