El relato contenido en este capítulo muestra la degradación y corrupción en la que cayó Israel —los elegidos de Dios— al abandonar a Jehová su Dios y adorar los ídolos cananeos (Jue. 8:33), lo cual hizo que ellos dieran rienda suelta a su concupiscencia carnal al tener muchas esposas con las cuales tuvieron muchos hijos (Jue. 8:30-31; 9:5; 10:4; 12:8-9, 13-14; 16:1-4) y que desfogaran desenfrenadamente su odio al punto de matarse unos a otros (Jue. 12:1-6 caps. 19—20) hasta que ellos mismos acabaron en absoluta destrucción.