Lit., muchas porciones. En el Antiguo Testamento, Dios no habló al pueblo una sola vez y de una sola manera, sino en muchas porciones y de muchas maneras: trajo una porción a los patriarcas hablándoles de cierta manera, otra porción por medio de Moisés de otra manera, una porción por medio de David de otra manera, y otras por medio de varios profetas en diversas maneras.
Es muy apropiado y significativo que este libro, un libro del hablar de Dios, se titule La Epístola a los Hebreos. El primer hebreo fue Abraham (Gn. 14:13), el padre de todos aquellos que se ponen en contacto con Dios por medio de la fe (Ro. 4:11-12). Por lo tanto, Dios es llamado “el Dios de los hebreos” (Éx. 9:1, 13). La raíz de la palabra hebreo significa cruzar. Puede significar específicamente cruzar un río, esto es, cruzar de este lado del río al otro, pasar de un lado a otro. Por lo tanto, un hebreo es uno que cruza ríos. Abraham era tal persona. Desde Caldea, tierra de idolatría, que estaba al otro lado del gran río Éufrates, él cruzó hasta Canaán, tierra de adoración a Dios, la cual estaba a este lado del Éufrates (Jos. 24:2-3). En este libro la intención de Dios en Su hablar era que los judíos que habían creído en el Señor pero todavía persistían en el judaísmo, abandonaran la ley y pasaran a la gracia (Hch. 4:16; 7:18-19; 12:28; 13:9), que abandonaran el antiguo pacto y pasaran al nuevo (Hch. 8:6-7, 13), y que abandonaran el servicio ritual del Antiguo Testamento y pasaran a la realidad espiritual del Nuevo Testamento (Hch. 8:5; 9:9-14); esto es, que dejaran el judaísmo y pasaran a la iglesia (Hch. 13:13; 10:25), que abandonaran las cosas terrenales y pasaran a las celestiales (Hch. 12:18-24), que abandonaran el atrio, donde está el altar, y pasaran al Lugar Santísimo, donde está Dios (Hch. 13:9-10; 10:19-20), que abandonaran el alma y pasaran al espíritu (He. 4:12), y que abandonaran los comienzos de la verdad y la vida y pasaran a la madurez de la vida en la verdad (Hch. 5:11-14; 6:1). Los judíos que creyeron en el Señor no eran los únicos que debían ser tales cruzadores, sino que también deben serlo todos los que se ponen en contacto con Dios por medio de la fe. Éste es el propósito de Dios al hablar en este libro.