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Capítulos de libros «La Epístola de Pablo a Los Efesios»
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  • Al exhortar a los hijos y a los padres, el apóstol se dirige primero a los hijos, debido a que los problemas vienen principalmente de ellos.

    Los vs. 1-9, los cuales tratan de la relación entre los hijos y los padres y entre los esclavos y los amos, están insertados entre la sección que trata de la iglesia como la novia (Ef. 5:22-33) y la que trata de la iglesia como el guerrero (vs. 10-20). Si descuidamos los puntos tratados en los vs. 1-9, no podremos ser una novia apropiada ni un guerrero apropiado. En las exhortaciones de estos versículos, Pablo hizo una observación crucial, la cual es una lección muy importante que debemos aprender: por amor a la vida de iglesia, debemos llevar una vida humana apropiada en esta era.

  • En el Señor indica que los hijos deben obedecer a sus padres
    1) al ser uno con el Señor,
    2) no por sí mismos sino por el Señor
    3) no conforme a su concepto natural sino según la palabra del Señor.

  • O, recto, razonable. Obedecer a los padres no sólo es correcto sino justo.

  • Honrar es diferente de obedecer. Obedecer es una acción, mientras que honrar es una actitud. Un hijo puede obedecer a sus padres y no honrarlos. Para honrar a sus padres, los hijos deben tener la actitud de uno que honra, un espíritu de honra. Todos los hijos necesitan aprender a obedecer a sus padres y, al mismo tiempo, honrarlos.

  • Éste no sólo es el primer mandamiento con promesa, sino también el primer mandamiento en cuanto a las relaciones humanas (Éx. 20:12).

  • Se refiere a ser prósperos en bendiciones materiales. Tener larga vida es tener longevidad. La prosperidad y la longevidad son bendiciones que Dios da en esta vida a aquellos que honran a sus padres. Si deseamos prolongar nuestros días y disfrutar las bendiciones, debemos aprender a obedecer y honrar a nuestros padres. El mandamiento de honrar a nuestros padres es el primer mandamiento con promesa.

  • Provocar a los hijos a ira les hace daño puesto que incita su carne. No provocar a sus hijos a ira requiere que el padre resuelva el problema de su propia ira dejándola sobre la cruz. De esta manera podrá disciplinar apropiadamente a sus hijos.

  • La amonestación incluye instrucción. Los padres deben instruir a sus hijos con la Palabra de Dios (Dt. 6:6-7), enseñándoles a conocer la Biblia. Sin embargo, la manera en que los hijos se desarrollen, dependerá de la misericordia de Dios.

  • En cuanto a la relación entre esclavos y amos, el apóstol exhortó primero a los esclavos porque las dificultades provenían mayormente de ellos.

  • En los tiempos del apóstol los esclavos eran comprados por sus amos, y los amos tenían derecho sobre sus vidas. Algunos esclavos y algunos amos llegaron a ser hermanos en la iglesia. Como hermanos en la iglesia, eran iguales y no había distinción entre ellos (véase Col. 3:11), pero en casa, los que eran esclavos todavía estaban obligados a obedecer a los hermanos que eran sus amos según la carne.

  • El temor es el motivo interno para servir, y el temblor es la actitud externa.

  • Ser sencillo significa ser puro en nuestra motivación y tener un solo propósito.

  • La relación entre esclavos y amos es también un tipo de nuestra relación con Cristo, quien es nuestro Amo. Debemos ser como esclavos y obedecerle con sencillez de corazón.

  • Si un hermano que es un esclavo toma su posición y obedece a su amo, él es, a los ojos del Señor, un esclavo de Cristo, que hace la voluntad de Dios, y que sirve como quien sirve al Señor y no a los hombres (v. 7).

  • Lit., del alma. Esto significa servir no sólo con el cuerpo físico, sino también con el corazón.

  • Lit., sirviendo como esclavos.

  • Véase la nota Ef. 6:61.

  • Cualquier cosa buena que hagamos, ésa misma recibiremos del Señor, y será una recompensa para nosotros.

  • Los amos, quienes tenían derechos sobre las vidas de sus esclavos, debían dejar sus amenazas, porque el Señor en los cielos era el Amo verdadero tanto de ellos como de los esclavos.

  • El pasaje de 1:1 a 6:9 completa la revelación en cuanto al cumplimiento del propósito eterno de Dios por parte de la iglesia; pero en cuanto a la manera en que la iglesia se enfrenta al enemigo de Dios, hay más que decir.

  • Esto implica que necesitamos ejercitar nuestra voluntad con firmeza.

    Esta palabra griega tiene la misma raíz que la palabra poder hallada en Ef. 1:19. Para hacer frente al enemigo de Dios, para combatir contra las fuerzas malignas de las tinieblas, necesitamos ser fortalecidos con la grandeza del poder que levantó a Cristo de entre los muertos y lo sentó en los cielos, muy por encima de todos los espíritus malignos del aire.

  • En la batalla espiritual contra Satanás y su reino maligno, únicamente podemos combatir en el Señor y no en nosotros mismos. Cada vez que estamos en nosotros mismos, somos vencidos.

  • En los primeros cinco capítulos la iglesia es mostrada de muchas maneras en relación con el cumplimiento del propósito eterno de Dios. Pero aquí se ve a la iglesia como un guerrero en relación con la derrota del enemigo de Dios, el diablo. Para derrotar al enemigo de Dios, necesitamos vestirnos de toda la armadura de Dios. “Vestíos” está en forma imperativa, es decir, es un mandato. Dios ha provisto la armadura para nosotros, pero Él no nos la pone, sino que nosotros mismos debemos ponérnosla, ejercitando nuestra voluntad para cooperar con Él.

  • Para combatir en la guerra espiritual, no sólo necesitamos del poder del Señor, sino también de la armadura de Dios. Nuestras armas no sirven; lo que sí nos sirve es toda la armadura de Dios.

    Toda la armadura de Dios es dada a todo el Cuerpo de Cristo y no a ningún miembro del Cuerpo de forma individual. La iglesia es un guerrero corporativo, y los creyentes forman parte de este guerrero único. Solamente el guerrero corporativo, y no los creyentes de forma individual, puede vestirse con toda la armadura de Dios. Debemos combatir la batalla espiritual en el Cuerpo, no como individuos.

  • En el cap. 2 estamos sentados con Cristo en los lugares celestiales (Ef. 2:6), y en los caps. 4 y 5 andamos (Ef. 4:1, 17; 5:2, 8, 15) en Su Cuerpo sobre la tierra. Luego en el cap. 6 estamos firmes en Su poder en los lugares celestiales. Sentarnos con Cristo es participar de todos Sus logros, andar en Su Cuerpo es cumplir el propósito eterno de Dios y estar firmes en Su poder es luchar contra el enemigo de Dios.

  • El plan maligno del diablo.

  • La expresión sangre y carne se refiere a los hombres. Detrás del hombre de sangre y carne están los poderes malignos y operan las malignas huestes del diablo, las cuales están en contra del propósito de Dios. Así que, nuestra lucha, nuestra batalla, no debe ser contra el hombre sino contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

  • Los principados, las autoridades y los gobernadores del mundo de estas tinieblas son los ángeles rebeldes que han seguido a Satanás en su rebelión contra Dios y que ahora gobiernan en las regiones celestes ejerciendo dominio sobre las naciones del mundo, como por ejemplo, el príncipe de Persia y el príncipe de Grecia, los cuales son mencionados en Dn. 10:20. Esto indica que el diablo, Satanás, tiene su reino de tinieblas (Mt. 12:26; Col. 1:13), en el cual ocupa la posición más alta, y los ángeles rebeldes están bajo su control.

  • La expresión estas tinieblas se refiere al mundo de hoy, el cual está completamente bajo el gobierno de tinieblas del diablo, quien rige a través de sus ángeles malignos.

  • Aquí la expresión las regiones celestes se refiere al aire (Ef. 2:2). Satanás y sus huestes espirituales de maldad están en el aire. Pero nosotros estamos sentados en el tercer cielo por encima de ellos (Ef. 2:6). Al pelear una batalla, tener una posición más elevada que la del enemigo tiene gran valor estratégico. Satanás y sus huestes malignas están bajo nosotros y están destinados a ser vencidos por nosotros.

  • Necesitamos toda la armadura de Dios para combatir en la batalla espiritual, y no sólo una parte o algunas partes de ella. Para tomar toda la armadura, se necesita el Cuerpo de Cristo; individualmente, los creyentes no son competentes para hacer esto.

  • Resistir es estar firmes en contra de algo. Estar firmes es crucial en la batalla.

  • El Ef. 5:16 dice que los días son malos. En esta era maligna todos los días son días malos porque Satanás, el maligno, está trabajando todos los días.

  • En la batalla necesitamos estar firmes hasta el fin. Habiendo acabado todo, aún debemos permanecer firmes.

  • De aquí hasta el final del v. 16 se nos da una descripción de cómo estar firmes.

  • Ceñir nuestros lomos sirve al propósito de fortalecer todo nuestro ser.

  • De acuerdo con el uso de esta palabra en el cap. 4 —véase la nota Ef. 4:151 (verdad), la nota Ef. 4:211b (realidad) y la nota Ef. 4:245 (realidad)— la verdad aquí se refiere a Dios en Cristo como la realidad en nuestro vivir, es decir, Dios que llega a ser la realidad y la experiencia de nuestro vivir. De hecho, esto es Cristo mismo expresado en nuestras vidas (Jn. 14:6). Tal verdad, tal realidad, es el cinto que fortalece todo nuestro ser con miras a la batalla espiritual.

  • Vestirnos con la coraza de justicia es proteger nuestra conciencia, la cual está representada por el pecho. Satanás es el que nos acusa. En nuestra lucha contra él necesitamos una conciencia libre de ofensa. No importa cuán limpia sintamos que está nuestra conciencia, necesitamos cubrirla con la coraza de justicia. Ser justo es ser recto tanto con Dios como con los hombres. Si estamos tan sólo un poco mal con Dios o con los hombres, Satanás nos acusará, y habrá grietas en nuestra conciencia a través de las cuales se escaparán nuestra fe y confianza. Por lo tanto, necesitamos la coraza de justicia para estar protegidos de la acusación del enemigo. Tal justicia es Cristo (1 Co. 1:30).

  • Nos calzamos los pies para fortalecer nuestra posición en la batalla y para pelear la batalla, no para andar por un camino o correr una carrera.

  • La expresión firme cimiento puede también traducirse presteza. Aquí se refiere al establecimiento del evangelio de la paz. En la cruz Cristo hizo la paz por nosotros, tanto con Dios como con los hombres, y esta paz ha venido a ser nuestro evangelio (Ef. 2:13-17). Este evangelio de la paz ha sido establecido como un firme cimiento, como la presteza con que podemos calzar nuestros pies. Estando calzados así, tendremos una posición firme a fin de pararnos para pelear la batalla espiritual. La paz para un fundamento tan firme también es Cristo (Ef. 2:14).

  • Tomamos el escudo de la fe para protegernos contra los ataques del enemigo.

  • Necesitamos ceñir nuestros lomos con la verdad, cubrir nuestra conciencia con la justicia, calzar nuestros pies con la paz y proteger todo nuestro ser con el escudo de la fe. Si vivimos por Dios como la realidad (la verdad), tenemos justicia (Ef. 4:24), y la justicia produce la paz (He. 12:11; Is. 32:17). Teniendo todo esto, podemos fácilmente tener fe como un escudo contra los dardos de fuego del maligno. Cristo es el Autor y Perfeccionador de tal fe (He. 12:2). Para poder estar firmes en la batalla, necesitamos estar equipados con estas cuatro partes de la armadura de Dios.

  • Los dardos de fuego son las tentaciones, propuestas, dudas, preguntas, mentiras y ataques de Satanás. Los dardos de fuego eran usados por los combatientes en tiempos de los apóstoles. El apóstol se valió de esta terminología para describir los ataques de Satanás contra nosotros.

  • Recibir el yelmo de la salvación sirve para proteger nuestra mente, nuestro intelecto, contra los pensamientos negativos disparados por el maligno. Este yelmo, esta protección, es la salvación de Dios. Satanás inyecta amenazas, preocupaciones, ansiedades y otros pensamientos debilitantes en nuestra mente. La salvación de Dios es la protección que tomamos contra todo esto. Tal salvación es el Cristo salvador a quien experimentamos en nuestra vida diaria (Jn. 16:33).

  • De las seis partes de la armadura de Dios, ésta es la única que es usada para atacar al enemigo.

  • Espíritu es el antecedente de la expresión el cual; esto indica que el Espíritu es la palabra de Dios. Tanto el Espíritu como la palabra son Cristo (2 Co. 3:17; Ap. 19:13). Cristo, quien es el Espíritu y la palabra nos provee de una espada como arma ofensiva para derrotar y matar al enemigo.

  • La palabra que el Espíritu nos habla en el momento y en una situación determinada. La espada, el Espíritu y la palabra son uno. Cuando la palabra constante en la Biblia viene a ser la palabra específica para el momento, esa palabra es el Espíritu como la espada que mata al enemigo.

  • Esta frase modifica al verbo recibir mencionado en el v. 17, el cual dice que debemos recibir no sólo el yelmo de la salvación sino también la palabra de Dios. Esto indica que debemos recibir la palabra de Dios por medio de toda oración y petición. Necesitamos orar para recibir la palabra de Dios.

    Toda la armadura de Dios está compuesta de seis partes. La oración se puede considerar como la séptima; es el medio único, crucial y vital por el cual aplicamos las otras partes, haciendo que la armadura esté a nuestra disposición en forma práctica.

  • La oración es general y la petición es específica; las dos son necesarias para que podamos tener una vida de iglesia apropiada y vencedora.

  • Éste es nuestro espíritu regenerado, en el cual mora el Espíritu de Dios. Puede considerarse el espíritu mezclado: el espíritu que es nuestro espíritu mezclado con el Espíritu de Dios. En la oración, la facultad principal que debemos usar es este espíritu.

  • Necesitamos velar, estar alertas, para mantener esta vida de oración.

  • Para mantener una vida de oración, necesitamos toda perseverancia, es decir, una dedicación constante y persistente.

  • Esto indica que necesitamos orar de una manera específica por todos los santos.

  • O, el habla, la expresión.

  • El misterio del evangelio es Cristo y la iglesia, los cuales cumplen el propósito eterno de Dios (Ef. 5:32). Véase Ro. 16:25 y la nota 3.

  • Un embajador es una persona enviada por una autoridad específica para comunicarse con cierto pueblo. Aquí la palabra implica que el apóstol era alguien enviado por Dios, quien es la autoridad más alta del universo, para que se comunicara con cierto pueblo.

  • Lit., en cadena. Una cadena que unía el prisionero a su guardia.

  • Esta clase de comunión es necesaria y hermosa. Hoy es necesario que sea restaurado tal interés afectuoso entre los apóstoles y las iglesias.

  • Un siervo ministrador.

  • Al comienzo del libro el saludo del apóstol es primero con gracia como disfrute y después con paz como el resultado de tal disfrute (Ef. 1:2). Pero en la conclusión, estos elementos son presentados al revés, avanzando desde el resultado, que es la paz, al disfrute, que es la gracia. Después de haber entrado en la paz, todavía necesitamos de la gracia, lo cual indica que nuestra experiencia es de gracia en gracia.

  • La razón por la cual el apóstol incluyó el amor entre la paz y la gracia es que la única manera en que podemos mantenernos en una situación de paz es disfrutar continuamente al Señor en amor. Pablo se dio cuenta de que el amor es crucial. Él habló del amor en relación con la paz y la gracia, indicando así que el amor es necesario para que seamos guardados en una condición de paz.

    El amor con fe es el medio por el cual participamos y experimentamos a Cristo (1 Ti. 1:14). Con la fe le recibimos (Jn. 1:12), y con el amor le disfrutamos (Jn. 14:23). Aquí no es fe y amor, ni el amor y la fe, sino amor con fe. Esto indica que necesitamos la fe como complemento y apoyo de nuestro amor. El amor con fe es necesario. Ésta es la conclusión del libro que trata de la iglesia. La iglesia necesita disfrutar a Cristo en amor con fe, la cual opera a través del amor (Gá. 5:6). El amor viene de Dios a nosotros, y la fe va de nosotros a Dios. Por medio de este tráfico de amor y fe, la paz sigue siendo nuestra porción. Somos guardados en paz por la venida del amor de Dios a nosotros y por la ida de nuestra fe a Él. Este tráfico nos mantiene continuamente en el suministro de gracia, en el disfrute del Señor (v. 24).

  • El amor procede de Dios; se origina en Él, no en nosotros. Sin embargo, al final, el amor de Dios viene a ser nuestro amor. El amor de Dios por nosotros viene a ser nuestro amor por Él.

  • Nosotros necesitamos la gracia para poder llevar una vida de iglesia que cumpla el propósito eterno de Dios y resuelva el problema que Dios tiene con Su enemigo.

  • Los que aman al Señor le disfrutan como gracia. En este libro la frase en amor, una expresión llena de sentimiento, es usada repetidas veces (Ef. 1:4; 3:17; 4:2, 15-16; 5:2). Más tarde, la iglesia en Éfeso fue reprendida por el Señor porque había perdido su primer amor hacia Él (Ap. 2:4). Uno de los puntos principales revelados en este libro es que la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, también es la novia, la esposa, de Cristo. En cuanto al Cuerpo, el énfasis está en tomar a Cristo como vida; en cuanto a la esposa, el énfasis está en amar a Cristo. Por lo tanto, este libro recalca nuestro amor hacia el Señor y concluye con este mismo amor. La iglesia en Éfeso, la destinataria de esta epístola, fracasó en lo concerniente a amar al Señor. Tal fracaso ha venido a ser la fuente y la razón principal del fracaso de la iglesia a través de los siglos (Ap. 2, Ap. 3).

  • Para tener una vida de iglesia apropiada debemos amar al Señor en incorrupción, es decir, en todas las cosas cruciales reveladas y enseñadas en los seis capítulos de este libro y en conformidad con ellas, tales como: la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, el nuevo hombre, la economía del misterio de Dios, la unidad del Espíritu, la realidad y la gracia, la luz y el amor, y las partes de la armadura de Dios. Todas estas cosas son incorruptibles. Por amor de la iglesia, debemos amar al Señor en estas cosas incorruptibles.

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