Todo lo que somos, todo lo que hacemos y todo lo que tenemos debe estar en el espíritu. Esto nos guardará de la vanidad de la religión. Véase la nota Ro. 1:92. La realidad de todas las cosas espirituales radica en el Espíritu de Dios, y el Espíritu de Dios está en nuestro espíritu. Así que, la realidad de todos los asuntos espirituales radica en nuestro espíritu, y no en algo aparte de nuestro espíritu. Todo lo que está en nosotros es vanidad, a menos que esté en nuestro espíritu. Todo lo que Dios es para nosotros se encuentra en nuestro espíritu.