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Capítulos de libros «La Epístola de Pablo a Tito»
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  • Pablo fue constituido apóstol conforme a lo siguiente:
    1) el mandato de Dios (1 Ti. 1:1),
    2) la promesa de vida (2 Ti. 1:1),
    3) la fe de los escogidos de Dios y
    4) el pleno conocimiento de la verdad, la cual es según la piedad.
    El mandato, por parte de Dios, habla por Él y exige algo de nosotros para Él. La fe, por nuestra parte, responde a lo que Dios requiere y hace que recibamos Su vida. La fe es una proclamación de que somos incapaces de cumplir con los requisitos de Dios pero que Dios lo ha hecho todo por nosotros y que nosotros recibimos lo que Él ha hecho. La vida prometida por Dios es lo que hemos recibido de Él a fin de cumplir con Sus exigencias. Era de esta manera que Pablo era un apóstol para administrar la economía neotestamentaria de Dios.

  • Véase la nota 1 Ti. 2:42c. Pablo era apóstol no sólo conforme a la fe, sino también conforme al pleno conocimiento de la verdad. La fe consiste en recibir todo lo que Dios ha planeado para nosotros, todo lo que Él ha hecho por nosotros y todo lo que Él nos ha dado. El pleno conocimiento de la verdad es la comprensión cabal de la verdad, el pleno reconocimiento y aprecio de la realidad de todas las cosas espirituales y divinas que hemos recibido por medio de la fe. El apostolado concuerda con tal comprensión y aprecio de la realidad de la economía eterna de Dios.

  • La verdad, la realidad, de la economía eterna de Dios es según la piedad, la cual es Dios manifestado en el hombre (véase la nota 1 Ti. 3:162a y la nota 1 Ti. 3:163). El apostolado consiste en impartir esta realidad en los elegidos de Dios, los que han creído en Él, y en llevar a cabo tal piedad entre ellos por medio de la predicación, la enseñanza y la administración en la Palabra y en el Espíritu (1 Ti. 6:3).

  • Pablo era apóstol no solamente conforme a la fe y al conocimiento de la verdad, sino también en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió en la eternidad. Esto corresponde a la frase según la promesa de vida, mencionada en 2 Ti. 1:1. En la esperanza de la vida eterna significa sobre la base de la vida eterna, supeditado a la vida eterna, contando con la esperanza de la vida eterna. La vida eterna, la vida increada de Dios, no solamente tiene como fin que nosotros hoy en día participemos de ella y la disfrutemos, sino también que la heredemos (Mt. 19:29) en toda su plenitud por la eternidad. Lo que experimentamos de la vida eterna hoy nos hace aptos para heredarla en el futuro. Nuestro disfrute de la vida eterna hoy en día es un anticipo; nuestra herencia de la vida eterna en la era venidera y en la eternidad será el disfrute pleno. Esta herencia es la esperanza de la vida eterna (véase la nota Tit. 3:73c). Ésta es la esperanza bienaventurada que se revela en Tit. 2:13, la cual está compuesta de la libertad de la gloria de la filiación plena, la redención de nuestro cuerpo (Ro. 8:21-25), la salvación que será revelada en el tiempo postrero (1 P. 1:5) y la esperanza viva de la herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible reservada para nosotros en los cielos (1 P. 1:3-4). Ésta es la bendición espiritual, divina y celestial de la vida eterna, que disfrutaremos tanto en el milenio como en el cielo nuevo y la tierra nueva (2 P. 1:11; 3:13; Ap. 21:6-7), a la cual se refiere 1 Ti. 4:8. Pablo asumió su apostolado y cumplió su ministerio apostólico basándose en esta esperanza como una condición, y no con base en algún beneficio que pudiera recibir en la vida presente, ni tampoco tomando el privilegio de la ley como una condición; esto indica que para su apostolado, él contaba con la vida divina y confiaba en ella con toda la esperanza de la misma. Ésta es la vida que Dios prometió en la eternidad y que nos fue traída por medio del evangelio (2 Ti. 1:10).

    El tema de esta epístola es el mantenimiento del orden en las iglesias. Para esto son indispensables: la fe de los escogidos de Dios, la verdad conforme a la piedad, y la vida eterna. Así que, desde la introducción misma se enuncian estas tres cosas.

  • La vida divina, la vida increada de Dios, la cual no solamente perdura por siempre, sino que también es eterna y divina en su naturaleza. Véase la nota 2 Ti. 1:103d.

  • Ésta debe de ser la promesa que el Padre dio al Hijo en la eternidad. El Padre nos escogió en el Hijo y nos predestinó para filiación por medio de Él (Ef. 1:5) antes de la fundación del mundo. Debió de haber sido en la eternidad que el Padre prometió al Hijo que Él daría Su vida eterna a Sus creyentes. Por esta vida los creyentes, quienes fueron dados al Hijo en la eternidad (Jn. 17:2), llegarían a ser Sus hermanos (He. 2:11).

  • Antes que el mundo comenzara.

  • El tiempo apropiado para que la vida eterna fuera manifestada.

  • Equivale a la vida eterna mencionada en el v. 2. Esto corresponde a 1 Jn. 1:1-2.

  • Véase la nota 1 Ti. 1:12c.

  • La fe común a todos los creyentes (cfr. 2 P. 1:1).

  • Esta expresión, comparada con cada iglesia en Hch. 14:23, no sólo indica que la jurisdicción de una iglesia local es la ciudad en la cual la iglesia se encuentra, sino también que en una ciudad debe haber una sola iglesia. El ancianato de una iglesia local debe extenderse a toda la ciudad en la cual está la iglesia. Este único presbiterio en una ciudad impide que la única unidad del Cuerpo de Cristo sufra daño. Una ciudad debe tener una sola iglesia con un solo presbiterio. Sin lugar a dudas, se puede ver esta práctica en el modelo que se nos presenta claramente en el Nuevo Testamento (Hch. 8:1; 13:1; Ro. 16:1; 1 Co. 1:2; Ap. 1:11), la cual también es un requisito indispensable para el mantenimiento del orden apropiado en una iglesia local. Por eso, lo primero que el apóstol le mandó a Tito con respecto a poner las cosas en orden fue que nombrara ancianos en cada ciudad.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:23.

  • Se refiere a los ancianos en el v. 5. Véase la nota 1 Ti. 3:21b.

  • No se irrita fácilmente.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:31.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:32.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:84.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:27f.

  • Véase la nota 1 Ti. 3:25e.

  • Véase la nota Lc. 1:751a.

  • Los ancianos son nombrados para administrar el gobierno de Dios en una iglesia local a fin de que sea mantenido un buen orden en la iglesia. Para lograr esto, los ancianos necesitan asirse a la palabra fiel, la cual es conforme a la enseñanza de los apóstoles, a fin de tapar la boca a los que causen problemas al hablar y calmar situaciones conflictivas (vs. 9-14).

  • La palabra confiable, fidedigna y verdadera que fue enseñada en las iglesias conforme a la enseñanza de los apóstoles. Los ancianos de una iglesia local deben asirse a esta clase de palabra sana para poder cumplir su servicio en la enseñanza (1 Ti. 3:2; 5:17).

  • La enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42) finalmente llegó a ser el Nuevo Testamento. Esto indica que
    1) las iglesias fueron establecidas conforme a la enseñanza de los apóstoles y siguieron la enseñanza de ellos y
    2) que el orden de las iglesias fue mantenido mediante la palabra fiel, la cual fue dada conforme a la enseñanza de los apóstoles.
    El desorden en la iglesia se debía principalmente a que los creyentes se habían desviado de la enseñanza de los apóstoles. Para contrarrestar esto, debemos asirnos a la palabra fiel, enseñada en las iglesias conforme a la enseñanza de los apóstoles. En una situación confusa y oscura, debemos adherirnos a la palabra del Nuevo Testamento —la enseñanza de los apóstoles— la cual ilumina y trae orden. Para mantener el orden en la iglesia se necesita tanto de la palabra de los apóstoles conforme a la revelación de Dios, como del ancianato.

  • Poner al descubierto el verdadero carácter de algo de tal modo que alguien sea redargüido y, por lo tanto, reprendido al poner de manifiesto su falta. En Ef. 5:11, 13 esta palabra se tradujo reprender.

  • O, los que contradicen.

  • Los creyentes judíos que seducían a otros dentro de la iglesia.

  • Tapar la boca reprendiendo duramente (v. 13) con la palabra fiel, la cual es conforme a la enseñanza de los apóstoles (v. 9).

  • Semejante a lo que hizo el réprobo profeta Balaam (2 P. 2:15-16; Jud. 1:11).

  • Los cretenses. Todos los descritos en los vs. 9-10 eran cretenses.

  • Probablemente se refiere a Epiménides, un profeta pagano y nativo de Creta quien, según una leyenda, vivió alrededor del año 600 a. C.

  • Lit., vientres.

  • La misma palabra se traduce convencer en el v. 9. Véase la nota Tit. 1:95.

  • O, severamente.

  • Los que se oponen (v. 9) y los habladores de vanidades (v. 10) fueron infectados con enfermedades doctrinales y dejaron de ser sanos en la fe. Ellos necesitaban ser vacunados con la sana enseñanza y la sana palabra (1 Ti. 1:10; 6:3, y las notas), que los ancianos debían proveer (v. 9) para sanarlos.

  • La fe objetiva. Véase la nota 1 Ti. 1:193d y la nota 1 Ti. 3:91b.

  • Véase la nota 1 Ti. 1:41a. Los mitos judaicos tal vez fueron la raíz de las mitologías gnósticas.

  • Según el versículo siguiente, los mandamientos de los herejes deben haber sido preceptos acerca de abstenerse de comer carne y de otras cosas provistas por Dios para uso del hombre (cfr. 1 Ti. 4:3; Col. 2:20-22). Éstos eran mandamientos de los gnósticos primitivos y no de los ascetas. Lo que los gnósticos adoptaron fue la teosofía, que trataba de Dios y del universo y se basaba en conceptos místicos. Era una teoría basada en el entendimiento de las cosas de Dios y de los espíritus; es decir, era una filosofía o una forma de misticismo que empleaba medios físicos para comunicarse con Dios y con los espíritus. Provenía de fuentes judías, y algo de ello probablemente se derivó de la ley mosaica.

  • Se refiere probablemente a los de la circuncisión (v. 10).

  • Véase la nota 1 Ti. 2:42c y la nota 1 Ti. 3:155e. La mención de la verdad en este versículo y de la fe en el precedente, demuestra que Pablo aquí no se refería a los incrédulos, sino a los que ya estaban en la iglesia y que se habían desviado de la verdad acerca de la economía de Dios. Posiblemente la mayoría de ellos eran cristianos judíos que todavía se aferraban a los mitos y tradiciones judaicas y que, por consiguiente, llegaron a causar un gran disturbio a la iglesia. A éstos se les debía poner freno por medio de la palabra de verdad conforme a la fe, a fin de que fuera mantenido el orden en la iglesia bajo el ancianato establecido.

  • Ésta debe de haber sido una máxima entre los cristianos. El apóstol citó esto para refutar los mandamientos de hombres (v. 14), es decir, los preceptos relacionados con la abstinencia, los cuales prohibían realizar ciertas acciones e ingerir ciertos alimentos (1 Ti. 4:3-5; Ro. 14:20).

  • La mente es la parte principal de nuestra alma y la conciencia es la parte principal de nuestro espíritu. Si nuestra mente está corrompida, nuestra alma se corrompe espontáneamente; y si nuestra conciencia está contaminada, inevitablemente nuestro espíritu se contamina. Todo esto se debe a la incredulidad. Lo que nos purifica es nuestra fe (Hch. 15:9).

  • O, Confiesan.

  • O, réprobos, inútiles, descalificados. La palabra griega significa incapaz de pasar la prueba.

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