Cuando se enumeraba a los apóstoles, por lo general se mencionaba primero a Pedro (Mt. 10:2; Mr. 3:16; Lc. 6:14; Hch. 1:13). No obstante, aquí se menciona primero a Jacobo. Esto indica que en aquel entonces el líder principal de la iglesia no era Pedro, sino Jacobo, el hermano del Señor (1:19). Esto está confirmado en Hch. 15:13-21, donde Jacobo, y no Pedro, fue la autoridad que dio la palabra decisiva y final durante la conferencia que se celebró en Jerusalén. La debilidad de Pedro de no mantenerse firme en la verdad del evangelio (como presenta Pablo en los vs. 11-14) fue probablemente la razón por la cual Jacobo empezó a destacarse y asumir el liderazgo entre los apóstoles. Así que, tanto en el v. 12 como en Hch. 21:18 se consideraba a Jacobo como representante de la iglesia en Jerusalén y de los apóstoles. Esto prueba claramente que en la iglesia Pedro no siempre fue el líder principal. Además, implica que el liderazgo de la iglesia no es asunto de organización ni es perpetuo; más bien, es espiritual y fluctúa según la condición espiritual de los líderes. Esto refuta categóricamente la afirmación del catolicismo de que Pedro fue el único sucesor de Cristo en la administración de la iglesia.
