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Capítulos de libros «La Epístola de Pablo a Los Romanos»
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  • Las iglesias no son la posesión personal ni la obra privada de nadie. Son las iglesias de Cristo.

  • Se refiere a que uno tropiece y deje la vida de iglesia. Con toda seguridad, esto fue resultado de diferentes opiniones y enseñanzas.

  • Rufo era un hermano que estaba en Roma, y su madre también estaba en Roma. Pablo se refirió a ella como a su propia madre, lo cual era una señal de respeto y de intimidad.

  • Véase la nota Ro. 16:102.

  • Conforme a la estructura y al matiz de estas expresiones en el griego, no es posible que los de la casa de Aristóbulo y los de la casa de Narciso fueran miembros de la familia de estos dos hombres; muy posiblemente eran los esclavos de estos dos hombres, respectivamente. Según la costumbre antigua, los esclavos eran considerados propiedad de sus compradores. Es muy factible que estos dos amos, Aristóbulo y Narciso, no fueran creyentes, puesto que no se les saluda aquí. En ese entonces algunos de los que habían sido vendidos como esclavos y habían perdido su libertad, creyeron en Cristo y vinieron a ser santos, pero los amos que los habían comprado no eran todavía creyentes.

  • Lit., aprobado al pasar por pruebas.

  • Lo cual muestra que los primeros santos se reunían principalmente en sus casas. Esta práctica corresponde a Hch. 2:46 (véase la nota 3) y Hch. 5:42.

  • La iglesia en la casa de Prisca y Aquila debe de haber sido la iglesia en Roma. Cuando ellos estaban en Éfeso (Hch. 18:18-19), la iglesia en Éfeso se reunía en su casa (1 Co. 16:19). Adondequiera que ellos iban, estaban dispuestos a tomar la carga de practicar la iglesia abriendo para ello sus hogares.

  • Como iglesia universal, el Cuerpo de Cristo es único (Ef. 1:23; 4:3). Al manifestarse en muchas localidades en la tierra, esta iglesia universal viene a ser las muchas iglesias. Por lo tanto, este versículo se refiere a las iglesias. Las iglesias existen en varias localidades para que todos los santos puedan vivir la vida de iglesia y tener la práctica de la iglesia en la localidad donde están.

  • Lit., mi alma.

  • Lit., arriesgaron su cuello. Prisca y Aquila estaban totalmente dedicados a las iglesias locales. La iglesia era el único interés que ellos tenían, y estaban dispuestos a arriesgar sus vidas, a sufrir el martirio, por los apóstoles.

  • O, ha ayudado a muchos. Es una palabra que atribuye dignidad y denota a una persona que ayuda, sustenta y suministra. Indica la alta estima que le tenían a Febe, por su servicio en la vida de iglesia en Cencrea.

  • Es decir, digno de su condición de santo. El Ro. 1:7 dice que los santos son llamados por Dios y separados de todo lo que no sea Dios mismo, para ser un pueblo especial santificado para Dios, y como tales, ellos son nobles y no son comunes. Por lo tanto, el apóstol les pidió a los santos de Roma que recibieran a Febe, una santa noble, como era digno de su condición de noble.

  • El misterio de Dios, el cual fue mantenido en silencio en tiempos eternos, consta principalmente de dos aspectos: el misterio de Dios, el cual es Cristo (Col. 2:2), quien está en los creyentes (Col. 1:26-27) como la vida de ellos y como su todo, para que sean los miembros de Su Cuerpo; y el misterio de Cristo, que es la iglesia como Su Cuerpo (Ef. 3:4-6) para expresar Su plenitud (Ef. 1:22-23). Por lo tanto, Cristo y la iglesia son el gran misterio (Ef. 5:32).

  • Se refiere al tiempo desde el comienzo del mundo.

  • En los caps. 15 y 16 Dios es llamado “el Dios de la perseverancia y de la consolación” (Ro. 15:5), “el Dios de esperanza” (Ro. 15:13), “el Dios de paz” (v. 20), “el eterno Dios” (v. 26) y el “único y sabio Dios” (v. 27). Nuestro Dios es rico en todos estos aspectos, y el evangelio presentado en este libro es el evangelio de este Dios rico. Este evangelio tiene su consumación en la vida práctica de iglesia.

  • Véase la nota Ro. 11:332c. En la conclusión de este libro, el cual nos presenta una disertación general en cuanto a la vida cristiana y a la vida de iglesia, se da gloria al sabio Dios. Esto revela que todo lo tratado en este libro (cómo nos escoge Dios, cómo nos salva del pecado y de la muerte, cómo nos redime y nos justifica, cómo a nosotros los pecadores, quienes estábamos muertos por completo, nos hace Sus hijos divinos, cómo nos traslada de Adán a Cristo, cómo en Cristo nos santifica y nos transforma, cómo nos hace miembros de Cristo para que sea constituido el Cuerpo de Cristo, y cómo hace de nosotros las iglesias locales, presentes en diferentes localidades como las expresiones del Cuerpo de Cristo sobre la tierra en esta era) es planeado, administrado y realizado por la sabiduría de Dios, a fin de que Él, el Dios Triuno rico e ilimitado, sea glorificado, es decir, que Su gloria incomparable sea completa y totalmente expresada a través de nosotros, quienes hemos sido perfeccionados eternamente por Él y quienes hemos venido a ser Su Cuerpo y hemos sido unidos a Él como uno solo. El enfoque de la sabiduría de Dios es que la Trinidad Divina se forje en las tres partes —espíritu, alma y cuerpo— de nuestro ser redimido para que en virtud de la redención, santificación y transformación realizadas por Él, podamos tener una unión plena con Él en la vida divina, a fin de que Su deseo de mezclar lo divino con lo humano pueda ser cumplido por la eternidad. ¡Esto ciertamente es digno de nuestro aprecio y adoración! ¡Qué bendición y qué gloria que nosotros podamos tener parte en esto! ¡Esto merece que cantemos y demos alabanzas incesantemente por la eternidad! Tanto la vida cristiana como nuestra vida de iglesia deben tener esto como centro y meta. Que Dios bendiga de este modo a todos los que han sido escogidos y perfeccionados por Él.

    Mediante la impartición divina de Dios en nosotros y Su unión divina con nosotros, podemos experimentar y disfrutar la acción salvadora de la vida de Cristo en la plena salvación de Dios (véase la nota Ro. 5:102), como se nos transmite en este libro, en los siguientes aspectos:
    1) Por la abundancia de la gracia (Dios mismo) y el don de la justicia (Cristo mismo) que recibimos, podemos reinar en la vida divina de Cristo (Ro. 5:17) sobre el pecado, la muerte, el viejo hombre, la carne, Satanás, el mundo, y sobre todas las personas, todos los asuntos y todas las cosas que no se sometan a Dios.
    2) La naturaleza santa de Dios santifica nuestro carácter mundano (Ro. 6:19, 22; 15:16). Dios nos santifica en nuestro modo de ser con Su vida divina y para ésta, con el fin de que nosotros la disfrutemos más.
    3) La ley del Espíritu de vida, la cual mora en nosotros, es decir, la operación automática y espontánea que el Dios Triuno como vida efectúa en nosotros, nos libra de la ley del pecado y de la muerte, de la esclavitud y el cautiverio del pecado (Ro. 8:2, 11). La operación de esta ley procede de la vida divina de Dios, y también produce el aumento de la vida divina en nosotros.
    4) La impartición divina de la Trinidad Divina en nuestro espíritu, alma y cuerpo, hace que estas tres partes sean saturadas de la vida divina procesada (Ro. 8:5-11) con el resultado de que todo nuestro ser es completamente unido con el Dios Triuno procesado, y es mezclado con Él en una sola entidad.
    5) La renovación de nuestra mente efectuada por el Espíritu da como resultado la transformación de nuestra alma, lo cual nos salva de ser conformados al estilo moderno del mundo (Ro. 12:2), y produce todas las virtudes y el ser vencedores que vemos en los caps. 12—16, como nuestra vida diaria, una vida que tiene la norma más elevada, y como nuestra vida de iglesia, una vida que lo vence todo.
    6) Por la renovación de nuestra mente y la transformación de nuestra alma, podemos llegar a ser miembros los unos de los otros con todos los creyentes en el Cuerpo de Cristo y ser edificados juntos como Cuerpo de Cristo, y podemos, por ende, servir al Cuerpo (Ro. 12:1, 3-8). Ésta es la cristalización de nuestra experiencia de ser salvos en la vida de Cristo.
    7) Con base en la revelación y la enseñanza de los caps. 14—16 de este libro, nosotros vivimos la vida de iglesia local en diferentes localidades, como la manifestación visible del Cuerpo de Cristo, la iglesia universal, en las diferentes localidades.
    8) Al llegar a ser edificada la iglesia en diferentes localidades, una iglesia en contra de la cual no prevalecen las puertas del Hades, proporcionamos a Dios la oportunidad de aplastar a Satanás bajo nuestros pies para poder disfrutar a Cristo como nuestra rica gracia y al Dios de paz como nuestra sobreabundante paz (Ro. 16:20).
    9) Al experimentar nosotros los varios aspectos de ser salvos en la vida divina, como se ha mencionado, somos conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios (Ro. 8:28-29) por medio de “todas las cosas” ordenadas bajo la soberanía de Dios, a fin de tener Sus atributos divinos y Sus virtudes humanas, y poder así expresar la gloria y la hermosura de Él, el Dios-hombre.
    10) En el proceso de nuestra experiencia de ser salvos en la vida divina, el esplendor de esta vida divina nos satura gradualmente hasta llegar a saturar nuestro cuerpo, lo cual da por resultado la redención de nuestro cuerpo (Ro. 8:23), para que nuestro espíritu, alma y cuerpo puedan entrar en la gloria de Dios (17, Ro. 8:30). Esta glorificación es la cumbre lograda en nosotros por la acción salvadora de la vida divina y ello constituye el clímax de la plena salvación que Dios efectúa.

  • En este libro el término iglesia sólo aparece a partir de Ro. 16:1. En el presente capítulo, la iglesia y las iglesias se mencionan cinco veces (vs. 1, 4-5, 16, 23). Esto es una indicación clara de que muchos de los asuntos tratados en los caps. 1—15 con respecto a la salvación completa de Dios tienen como fin la producción y edificación de la iglesia. Estos asuntos incluyen al Dios Triuno mismo (Ro. 8:31), como Padre (Ro. 1:7; 8:15), como Hijo (Ro. 1:4; 8:3) (el Hijo es el Señor, Ro. 1:4, 7; 10:12; 14:9 es Jesús, Ro. 3:26; 4:24 es Cristo, Ro. 5:6; 6:3, 6:4; 8:10, 8:34; 13:14 es el hombre, Ro. 5:15 y es la raíz de Isaí, Ro. 15:12), y como Espíritu (Ro. 5:5; 8:16, 26) (el Espíritu es las primicias, Ro. 8:23); también incluyen Su misericordia (Ro. 9:23; 11:32), Su compasión (Ro. 9:15; 12:1), Su amor (Ro. 5:5; 8:35, 39), Su benignidad (Ro. 2:4; 11:22), Su gracia (Ro. 5:2, 15), Sus dones gratuitos (Ro. 5:15-16; 11:29), Sus dones (Ro. 12:6), Su justicia (Ro. 1:17; 3:21), Su Espíritu de santidad (Ro. 1:4), Su fidelidad (Ro. 3:3), Su paz (Ro. 15:33; 16:20), Su esperanza (Ro. 15:13), Su gozo (Ro. 15:13), Su perseverancia (Ro. 15:5), Su consolación (15:5), Sus riquezas (Ro. 10:12; 11:33), Su sabiduría (Ro. 11:33), Su conocimiento (Ro. 11:33), Su poder (Ro. 1:16), Su autoridad (Ro. 9:21), Su vida (Ro. 5:21), Su ley de vida (Ro. 8:2), la filiación (Ro. 8:15), Su gloria (Ro. 5:2; 9:23) y Su reino (Ro. 14:17); Su presciencia (Ro. 8:29), la elección (Ro. 9:11; 11:15), la predestinación (Ro. 8:29), la preparación (Ro. 9:23), la acción de reservar para Sí un remanente (Ro. 11:4-5), Su llamamiento (Ro. 8:30; 11:29), Su injertarnos en Él (Ro. 11:17), la redención (Ro. 3:24), la propiciación (Ro. 3:25), la salvación (Ro. 1:16), la justificación (Ro. 3:26, 30), la reconciliación (Ro. 5:10-11), la libertad que Él da (Ro. 8:2), la santificación (Ro. 6:19, 22), la transformación (Ro. 12:2), la renovación (Ro. 12:2), la conformación a la imagen de Su Hijo (Ro. 8:29), la redención de nuestro cuerpo (Ro. 8:23) y la glorificación (Ro. 8:30); el hecho de recibirnos (Ro. 14:3; 15:7), morar en nosotros (Ro. 8:11), vivificarnos (Ro. 8:11), guiarnos (Ro. 8:14), dar testimonio (Ro. 8:16), ayudarnos (Ro. 8:26), interceder dentro de nosotros (Ro. 8:26), interceder en los cielos (Ro. 8:34), darnos todas las cosas (Ro. 8:32) y hacer que todas las cosas cooperen para bien nuestro (Ro. 8:28); y además, Su encarnación (Ro. 1:3; 10:6), Su crucifixión (Ro. 5:8; 6:6), Su sangre (Ro. 3:25), Su dar fin a la ley (Ro. 10:4), Su resurrección (Ro. 4:25; 10:7) y Su ascensión (Ro. 8:34). Todo eso fue puesto a nuestra disposición, y la mayor parte ha sido aplicada a la producción y edificación de la iglesia para el cumplimiento del propósito de Dios conforme a Su voluntad (Ro. 12:2).

    Cuatro etapas son reveladas en este libro: los asuntos mencionados en los caps. 1—4 nos llevan, en el cap. 4, a la primera etapa, la de la justificación; los caps. 5—8 nos conducen a la segunda etapa, la de la santificación en el cap. 8; los caps. 9—12 nos llevan a la tercera etapa, la del Cuerpo de Cristo en el cap. 12; y los caps. 13—16 nos conducen a la cuarta etapa en el cap. 16, la de las iglesias, expresadas en varias localidades, esto es, la etapa del vivir práctico del Cuerpo de Cristo en localidades diferentes. Las iglesias son la máxima consumación de la salvación completa del evangelio de Dios que revela este libro, el cual fue escrito no según la doctrina sino conforme a lo práctico. En la primera etapa somos regenerados y salvos, en la segunda somos santificados, en la tercera somos renovados y transformados, y en la cuarta, en la vida práctica de la iglesia, Satanás es aplastado bajo nuestros pies, y podemos disfrutar plenamente de la gracia del Señor y de la paz de Dios (v. 20).

  • Este capítulo, que es la conclusión de este libro, consta únicamente de recomendaciones y saludos. No sólo trata del cuidado mutuo entre los santos, sino también de la comunión entre las iglesias (vs. 1, 4-5, 16, 23). Como la cuarta etapa revelada en este libro (véase la nota Ro. 16:12, segundo párr.) y como conclusión de la revelación contenida en el mismo, este capítulo muestra algunas de las condiciones que deben existir en las iglesias locales. Esto respalda el contenido y el significado de este capítulo, el cual no sólo contiene recomendaciones y saludos sino que, aún más, presenta una exhibición de las iglesias locales.

  • En el Ro. 14, Pablo era liberal y afable con respecto a recibir a los que mantenían doctrinas o prácticas diferentes. No obstante, aquí se muestra inflexible y resuelto al decir que debemos apartarnos de los que disienten, quienes causan divisiones y tropiezos. En ambos casos el motivo es guardar la unidad del Cuerpo de Cristo a fin de que tengamos una vida de iglesia normal.

  • Lit., sirven como esclavos.

  • La palabra en griego es un derivado de la palabra que significa vacío. Se refiere al estómago o bien a toda la cavidad abdominal.

  • O, incautos, inocentes.

  • Aquí Dios promete que aplastará a Satanás bajo los pies de los que viven la vida de iglesia, lo cual muestra que aplastar a Satanás está relacionado con la vida de iglesia. Hacer frente a Satanás es un asunto corporativo, no un asunto individual. Es sólo cuando tenemos una iglesia local adecuada como la expresión práctica del Cuerpo que Satanás es aplastado bajo nuestros pies.

  • La vida de iglesia nos capacita no solamente para aplastar a Satanás bajo nuestros pies y experimentar al Dios de paz, sino también para disfrutar la rica gracia del Señor.

  • Algunos mss. antiguos añaden el v. 24: La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

  • Véase la nota 1 P. 5:107g. En el cap. 16 nuestra necesidad ya no es ser salvos ni ser santificados, sino ser confirmados. Puesto que todo ha sido consumado, nosotros solamente necesitamos ser confirmados. Ser confirmados concuerda con el evangelio puro y completo de Dios, es decir, con la proclamación y la ministración del Cristo todo-inclusivo, y con la revelación del misterio, mantenido en silencio en tiempos eternos. Solamente el evangelio puro, el Cristo vivo y el misterio de Dios, el cual ha sido revelado, nos pueden confirmar y mantener en la unidad para la vida de iglesia.

  • Es decir, el evangelio completo, que incluye la enseñanza acerca de Cristo y la iglesia y que culmina en las iglesias locales, según es revelado plenamente en este libro. Véase la nota Ro. 1:19.

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