La palabra tiene, la cual aparece cinco veces en este versículo, es una palabra griega extensamente usada la cual tiene muchos significados. Sus tres significados principales son los siguientes:
1) retener, poseer, guardar (cierta cosa);
2) tener (cierta cosa) para disfrutarla;
3) tener los medios o el poder para hacer cierta cosa.
Los primeros dos significados deben aplicarse a los primeros tres puntos enumerados en este versículo, y el tercer significado, a los dos últimos: lengua e interpretación. Esto indica que al asistir a la reunión de la iglesia debemos tener algo del Señor para compartirlo con los demás, ya sea un salmo para alabar al Señor; una enseñanza (de parte de un maestro) con la cual ministrar las riquezas de Cristo para edificar y nutrir a otros; una revelación (de parte de un profeta, v. 30) para comunicar visiones del propósito eterno de Dios con respecto a Cristo como misterio de Dios y a la iglesia como misterio de Cristo; una lengua dada por señal a los incrédulos (v. 22) a fin de que conozcan y acepten a Cristo; o una interpretación que pueda hacer que algo hablado en lenguas acerca de Cristo y Su Cuerpo sea comprensible. Antes de llegar a la reunión, debemos prepararnos para la reunión con dichas cosas, las cuales provienen del Señor y que pertenecen al Señor, ya sea por medio de nuestra experiencia de Él o de nuestro disfrute de Su palabra y de nuestra comunión con Él en oración. Una vez en la reunión, no necesitamos ni debemos esperar recibir inspiración, sino que debemos desempeñar nuestra función ejercitando nuestro espíritu y valiéndonos de nuestra mente lúcida para presentar al Señor lo que hemos preparado para Su gloria y satisfacción y también a los asistentes para su beneficio, o sea, para que sean iluminados, nutridos y edificados.
Esto es semejante a la Fiesta de los Tabernáculos que se celebraba en los tiempos antiguos: los hijos de Israel traían a la fiesta el producto de la buena tierra, el cual habían cosechado de su labor en la tierra, y lo ofrecían al Señor para que Él lo disfrutara y para que ellos mismos participaran en mutualidad en su comunión con el Señor y los unos con los otros. Nosotros debemos laborar en Cristo como nuestra buena tierra para poder cosechar algún producto de Sus riquezas a fin de traerlo a la reunión de la iglesia y ofrecerlo. De esta manera la reunión será una exhibición de Cristo en Sus riquezas y será un disfrute mutuo de Cristo, el cual todos los que asisten compartirán delante de Dios y juntamente con Dios, para la edificación de los santos y de la iglesia.
Conforme a lo que se recalca en esta epístola, los cinco puntos enumerados en este versículo deben enfocarse en Cristo como el centro de Dios, dado a nosotros como nuestra porción, y en la iglesia como la meta de Dios, la cual es nuestro objetivo. El salmo debe ser la alabanza a Dios por habernos dado a Cristo como nuestra sabiduría y poder para nuestra vida diaria y nuestra vida de iglesia. La enseñanza de parte de un maestro y la revelación de parte de un profeta deben tener a Cristo y la iglesia, el Cuerpo de Cristo, como el contenido de su enseñanza y ministerio. De igual manera, una lengua y su interpretación deben tener como su centro y contenido a Cristo y la iglesia. Cualquier énfasis en cosas que no sean Cristo y la iglesia traerá confusión a la iglesia y la desviará de la línea central de la economía neotestamentaria de Dios, haciendo de ella una iglesia como la de Corinto.