La ciudad principal de la provincia de Acaya del Imperio romano, donde el apóstol Pablo predicó el evangelio a los filósofos griegos (Hch. 17:15-34).
La ciudad principal de la provincia de Acaya del Imperio romano, donde el apóstol Pablo predicó el evangelio a los filósofos griegos (Hch. 17:15-34).
O, exhortaros, consolaros.
O, destinados, colocados. Dios ha destinado, ha designado, que nosotros pasemos por aflicciones. Por lo tanto, las aflicciones son la porción que Dios nos ha asignado, y Él nos ha puesto, nos ha colocado, en situaciones de aflicción.
El diablo insidioso, la serpiente antigua, quien tentó a Eva (Gn. 3:1-6; 1 Ti. 2:14).
El insidioso tentador tiene como objetivo destruir la obra del evangelio realizada por medio de los colaboradores de Dios, para que ésta sea en vano.
El apóstol llegó a Corinto después de salir de Atenas (Hch. 17:15-16; 18:1, 5). Fue en Corinto donde escribió esta preciosa carta a los queridos santos que estaban en Tesalónica, con el fin de animarlos.
O, angustia. Véase la nota 1 Co. 7:261 y la nota 2 Co. 12:103d.
La condición sana de los creyentes es siempre un consuelo para los colaboradores de Dios, quienes trabajan en ellos y los llevan sobre sus hombros.
El hecho de que los creyentes permanezcan firmes en el Señor ministra vida a los apóstoles.
Estar firmes en el Señor está en contraste con dejarse mover de la fe (v. 3).
O, perfeccionemos. La misma palabra griega que se usa en 2 Co. 13:9 (véase la nota 2). Puesto que eran jóvenes en el Señor, a los creyentes de Tesalónica todavía les faltaba algo en su nueva fe. El apóstol sabía eso y tenía una preocupación amorosa por ellos. Ésta fue la razón por la cual escribió esta epístola.
El verbo en singular indica que el apóstol consideraba que Dios el Padre y el Señor Jesús eran uno. ¡Qué bueno es que nuestro camino en el ministerio sea enderezado por tal Dios! Y ¡qué hermosas son las pisadas de los apóstoles al llevar a cabo el ministerio de Dios para el cumplimiento de Su propósito!
La preocupación del apóstol por los creyentes más jóvenes es, primero, por su fe (vs. 2-10) y luego por su amor, el cual nace de la fe y opera juntamente con la fe (Gá. 5:6; 1 Ti. 1:14 y la nota 2). Tal amor indica crecimiento en vida (1 Ts. 1:3).
1 Ts. 4:18; 5:11, 15
Afirmar irreprensibles los corazones de los creyentes resulta de la fe y del amor, como lo mencionan los versículos anteriores. Esto produce espontáneamente la esperanza del regreso de nuestro querido Señor, en quien creemos y a quien amamos. Por lo tanto, otra vez vemos que la fe, el amor y la esperanza son los factores implícitos en la construcción de esta epístola.
1 Ti. 2:15; He. 12:14; cfr. 1 Ts. 4:3, 4, 7; 5:23
Véase la nota Ro. 1:23.
Véase la nota 1 Ts. 2:191d.
Los que creen en Cristo (véase la nota Ro. 1:23 y la nota 1 Co. 1:26d), incluyendo a los santos del Antiguo Testamento (Dn. 7:18, 21-22, 25, 27; Zac. 14:5).
Algunos mss. añaden: Amén.