Difamado, vituperado.
Difamado, vituperado.
Lit., la enseñanza; se refiere a la enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42).
Lit., sírvanles como esclavos.
Véase la nota 1 Ti. 1:33c.
Véase la nota 1 Ti. 1:101b. Las palabras de nuestro Señor Jesucristo son palabras de vida (Jn. 6:63); por lo tanto, son palabras sanas.
Véase la nota 1 Ti. 2:22b, la nota 1 Ti. 3:162a y la nota 1 Ti. 3:163c y la nota 1 Ti. 4:74. Las sanas palabras del Señor son la fuente de la enseñanza que es conforme a la piedad. Cuando se enseñan las palabras de vida del Señor, particularmente en ciertos aspectos, ellas vienen a ser la enseñanza que es conforme a la piedad. Las palabras vivas del Señor siempre producen la piedad, que es una vida que vive a Cristo y expresa a Dios en Cristo.
Véase la nota 1 Ti. 3:62a. Las enseñanzas que difieren de las sanas palabras del Señor siempre provienen del orgullo y del engreimiento del hombre, los cuales lo ciegan.
Cuestionar y contender acerca de palabras es una enfermedad. Aquí enfermedad está en contraste con sanas del v. 3.
Lit., blasfemias; se refiere aquí, como en Col. 3:8, a calumnias e injurias contra el hombre, no a blasfemias contra Dios.
O, peleas incesantes.
O, despojados, destituidos. Aquí la palabra griega implica que ellos una vez poseyeron la verdad, pero que les fue quitada. Por lo tanto, ellos fueron destituidos de la verdad.
Véase la nota 1 Ti. 3:155e.
Hacer de la piedad una fuente de ganancia (beneficio material), un negocio rentable.
Es decir, la mejor manera de obtener ganancias. Aquí la palabra ganancia se refiere principalmente a las bendiciones que recibimos en esta era, las cuales son la piedad mas la autosuficiencia y la habilidad de deshacerse de la codicia y de los afanes de esta era.
“Una autosuficiencia interna, en contraste con sentir la falta de las cosas externas o tener el deseo por tales cosas. Ésta era una de las palabras preferidas de los estoicos” (Vincent).
Esto fue sabiamente ordenado por Dios para que podamos confiar en Él para nuestras necesidades y vivir por Él a fin de expresarle, sin ninguna preocupación ni distracción.
Aunque se refiere a la ropa, puede incluir el albergue.
Con medios adecuados.
Tener un intenso deseo de ser rico. Es el amor a las riquezas, y no la posesión de las mismas, lo que lleva a los avaros a la tentación. Algunos ya son ricos; otros desean serlo. Este deseo maligno los arruina y los destruye.
Deseos lascivos, lujurias.
O, ahogan, sumergen.
Destrucción implica ruina, y la ruina implica perdición temporal y eterna.
No la única raíz.
Ansiando, anhelando.
O, vagaron.
Véase la nota 1 Ti. 3:91b. Así también en los vs. 12, 21.
Uno que participa de la vida y naturaleza de Dios (Jn. 1:13; 2 P. 1:4), por lo que es uno con Dios en Su vida y en Su naturaleza (1 Co. 6:17) y de ese modo lo expresa. Esto corresponde al misterio de la piedad, que es Dios manifestado en la carne (1 Ti. 3:16).
Estar bien con las personas delante de Dios según Sus requisitos justos y estrictos.
Llevar una vida diaria que manifieste a Dios. Véase la nota 1 Ti. 3:162a.
Creer en Dios y en Su palabra y confiar en Él y en Su palabra.
Amar a otros con el amor de Dios (1 Jn. 4:7-8, 19-21).
Para soportar los sufrimientos y las persecuciones.
Una actitud apropiada al hacer frente a la oposición. Véase la nota Mt. 5:51a.
Lit., lucha la buena lucha de la fe.
Es decir, la vida divina, la vida increada de Dios, la cual es eterna. Eterna denota la naturaleza de la vida divina más que el factor tiempo. Para pelear la buena batalla de la fe en la vida cristiana, y especialmente en el ministerio cristiano, necesitamos echar mano de la vida divina, no confiando en nuestra vida humana. Por lo tanto, en 1 y 2 Timoteo y en Tito, se hace énfasis en la vida eterna una y otra vez (1 Ti. 1:16; 6:19; 2 Ti. 1:1, 10; Tit. 1:2; 3:7). Esta vida es un prerrequisito para llevar a cabo la economía de Dios con respecto a la iglesia, como vemos en 1 Timoteo, para hacer frente a la decadencia de la iglesia, como lo revela 2 Timoteo, y para mantener un buen orden en la iglesia, como indica Tito.
Lit.,; es decir, llamados a participar, a disfrutar. Hemos sido llamados a entrar en la vida eterna de Dios. Nacimos de la vida humana natural, pero renacimos de la vida divina eterna cuando Dios nos llamó en Cristo.
La buena confesión se refiere a la buena fe, el evangelio completo en el que los cristianos creen. Timoteo hizo la buena confesión probablemente cuando fue bautizado, es decir, proclamó la vida eterna delante de muchos testigos, creyendo y teniendo la certeza de que había recibido la vida de Dios. Todos debemos hacer esta buena confesión.
Este mandamiento debe de referirse a la exhortación de los vs. 11-12.
Es decir, la segunda venida del Señor.
Se refiere a Dios el Padre, según Hch. 1:7.
Se refiere a la presta distribución de las cosas materiales a los necesitados, y a compartir gustosamente las riquezas con ellos.
No meramente ricos en cosas materiales, sino ricos en buenas obras según el beneplácito de Dios (Ef. 2:10).
Aquí, lo por venir se refiere a la era venidera (en comparación con la era presente mencionada en el v. 17), la era del reino, cuando los santos vencedores disfrutarán la recompensa del Señor. Para esto, todos necesitamos poner un buen fundamento en la era presente considerándolo como un tesoro para que nosotros lo disfrutemos en el futuro.
Es decir, la vida eterna a la que se refiere el v. 12. Las riquezas materiales sirven para la vida humana natural en esta era, una vida que es temporal y que, por lo tanto, no es verdadera. Si nos valemos de las cosas materiales para hacer el bien, lograremos algo para la vida verdadera, guardando así un tesoro para nuestro disfrute en la vida eterna durante la era venidera. Esto requiere que echemos mano de la vida eterna de Dios, la cual es la vida verdadera. De otra manera, nos asiremos de nuestra vida humana natural al atesorar riquezas materiales en esta era para una vida que no es verdadera. Debemos ocuparnos de la vida eterna en vez de la vida natural. Tanto el v. 12 como éste recalcan la vida eterna de Dios. Esto indica que la vida divina es un factor crucial y vital para nuestra vida cristiana.
Aquello que fue encomendado y confiado a Timoteo, las sanas palabras que él recibió de Pablo, no sólo para sí mismo, sino también para otros. Véase la nota 2 Ti. 1:141.
La enseñanza de los falsos maestros, la cual ellos llamaban conocimiento (probablemente relacionado con el conocimiento gnóstico). Tal enseñanza reemplazó el conocimiento genuino de la sana palabra de Dios que le había sido confiada a Timoteo.
Errar el blanco, como en el tiro.