Lit., tipos (así también en el v. 11); es decir, figuras de hechos o de verdades espirituales. Este libro considera la historia de los hijos de Israel, que se narra en el Antiguo Testamento, como tipo de los creyentes neotestamentarios. En 1 Co. 5:7-8 los creyentes experimentaron a Cristo como Pascua y comenzaron a celebrar la Fiesta de los Panes sin Levadura. En este capítulo son bautizados para con Moisés (Cristo), habiendo pasado por el mar Rojo (la muerte de Cristo). Ahora comen el alimento espiritual y beben la bebida espiritual para emprender su viaje (en la carrera cristiana) hacia la buena tierra (el Cristo todo-inclusivo). También, se les advierte aquí (v. 11) que no repitan la historia de los hijos de Israel de hacer el mal contra Dios, como se muestra en los vs. 6-11.
La meta que Dios tenía al llamar a los hijos de Israel era que entraran en la tierra prometida para disfrutar de sus riquezas, a fin de que establecieran el reino de Dios y fueran Su expresión en la tierra. No obstante, aunque todo Israel había sido redimido por medio de la Pascua, librado de la tiranía egipcia y llevado al monte de Dios para recibir la revelación de la morada de Dios, el tabernáculo; casi todos cayeron y murieron en el desierto, no alcanzando así esa meta (He. 3:7-19) debido a sus malas obras y a su incredulidad. Sólo Caleb y Josué alcanzaron la meta y entraron en la buena tierra (Nm. 14:27-30). Esto significa que aunque hemos sido redimidos por medio de Cristo, librados de la esclavitud de Satanás y conducidos a la revelación de la economía de Dios, aun así es posible que no lleguemos a la meta del llamamiento de Dios, la cual consiste en que poseamos nuestra buena tierra, Cristo (Fil. 3:12-14), y disfrutemos de Sus riquezas con miras al reino de Dios a fin de que seamos Su expresión en la era actual y participemos del pleno disfrute de Cristo en la era del reino (Mt. 25:21, 23). Esto debe ser una advertencia solemne para todos los creyentes neotestamentarios; lo fue especialmente para los corintios, quienes corrían el riesgo de repetir el fracaso que los hijos de Israel tuvieron en el desierto.