Lit., gracia. Ésta era una clase de comunión, llevada a cabo bajo la dirección del apóstol, entre las iglesias en el mundo gentil y la iglesia en Jerusalén (2 Co. 8:1-2; Ro. 15:25-27).
Lit., gracia. Ésta era una clase de comunión, llevada a cabo bajo la dirección del apóstol, entre las iglesias en el mundo gentil y la iglesia en Jerusalén (2 Co. 8:1-2; Ro. 15:25-27).
El séptimo día de la semana, el Sábado, era una conmemoración de la obra creadora de Dios (Gn. 2:1-3; Éx. 20:8, 11). El primer día de la semana es un símbolo de la resurrección del Señor; es el día en el cual el Señor resucitó de entre los muertos (Jn. 20:1 y la nota 1) y es llamado “el día del Señor” (Ap. 1:10). Los santos neotestamentarios se reúnen y ofrecen sus bienes en este día (Hch. 20:7), el día de la resurrección del Señor, lo cual significa que ellos han sido resucitados con el Señor (Ef. 2:6) por medio de Su resurrección (1 P. 1:3), y que ellos se reúnen en resurrección por la vida de resurrección, no por su vida natural, para recordar al Señor y adorar a Dios con sus ofrendas.
Una vez más, esto indica claramente que todas las iglesias locales deben ser iguales en su práctica (1 Co. 7:17; 11:16; 14:33).
Éste es el undécimo asunto tratado por el apóstol en esta epístola, un asunto relacionado con el dinero, las riquezas y las posesiones materiales. Toda la humanidad caída está bajo el dominio de las riquezas y de las posesiones materiales (Mt. 6:19-21, 24-25, 30; 19:21-22; Lc. 12:13-19). En el día de Pentecostés, bajo el poder del Espíritu Santo, todos los creyentes derribaron este dominio y tenían en común todas sus posesiones para distribuirlas a los necesitados (Hch. 2:44-45; 4:32, 34-37). Debido a la debilidad de la naturaleza caída de los creyentes (cfr. Hch. 5:1-11; 6:1), esa práctica no duró mucho tiempo. En la época del apóstol Pablo ya se había acabado. Por consiguiente, los creyentes necesitaban gracia para vencer el poder de las riquezas y de las cosas materiales y para liberar estas cosas del dominio de Satanás a fin de que fueran ofrecidas al Señor para el cumplimiento de Su propósito. La vida de resurrección es el suministro dado para que los creyentes vivan tal vida, una vida que consiste en confiar en Dios y no en las posesiones materiales, una vida que no es para el día de hoy sino para el futuro, que no es para esta era sino para la era venidera (Lc. 12:16-21; 1 Ti. 6:17-19), una vida que derroca la usurpación de las riquezas temporales e inciertas. Tal vez ésta sea la razón por la cual Pablo trató este asunto después de hablar de la realidad de la vida de resurrección. De todos modos, esto está relacionado con la administración de Dios entre las iglesias.
Hch. 18:24; 1 Co. 1:12; 3:4, 22; 4:6
Con esto los corintios debían haberse dado cuenta de la actitud que Pablo tenía para con Apolos y su relación con él, lo cual contrastaba radicalmente con las preferencias de los corintios (1 Co. 1:11-12). La actitud de Pablo y la relación que tenía con Apolos mantenían la unidad; las preferencias de ellos causaban división.
Esto significa que cuando Aquila y Prisca vivían en Éfeso, la iglesia allí se reunía en su hogar (Hch. 18:18-19, 26). Cuando vivían en Roma, la iglesia en Roma se reunía en la casa de ellos (Ro. 16:5; cfr. Col. 4:15-16; Flm. 1:2).
Esta epístola fue escrita en Éfeso, donde el apóstol permaneció tres años en el tercer viaje que hizo en su ministerio (Hch. 19:21-22; 20:1, 31).
Tanto Pablo como Apolos eran personas que vivían en el Espíritu. Aun así, uno instó al otro a que visitara la iglesia, pero el otro no quiso hacerlo. Esto nos muestra que ambos tenían libertad en el Espíritu y que el Espíritu tenía libertad en ellos. Esto también nos muestra que nadie ejercía ningún control sobre la obra del Señor.
véase Hch. 18:18-28; 19:1
Es decir, no sean sacudidos por ninguna herejía, especialmente la que dice que no hay resurrección.
La fe objetiva; se refiere a aquello en lo cual creemos.
Es decir, los que son fuertes en la fe y firmes en su posición, que no son como niños en el entendimiento (1 Co. 14:20) ni son como niños sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza (Ef. 4:14). Para ser tales hombres, se necesita el crecimiento en vida (1 Co. 3:1, 6). Los creyentes corintios descuidaban el crecimiento en vida y carecían de tal crecimiento.
Como se define en el 1 Co. 13.
Esto debe de haber sido por las riquezas de Cristo ministradas por el espíritu de uno, el cual puede tocar el espíritu de otros.
Nuestro contacto y relación con los santos debe llevarse a cabo en nuestro espíritu y por medio del mismo, y no con la emoción de nuestra alma.
Los vs. 10-21 presentan un cuadro de la verdadera práctica de la vida del Cuerpo en una hermosa armonía, no sólo entre el apóstol y sus colaboradores, sino también entre ellos y las iglesias para la edificación del Cuerpo, a la cual se da gran énfasis en los caps. 12—14.
La palabra griega significa una cosa o una persona maldita, es decir, apartada, dedicada, a la desgracia. Al amar a Dios quedamos bajo Su bendición para participar de las bendiciones divinas que Él ha dispuesto y preparado para nosotros, las cuales van más allá de nuestra comprensión (2:9). Si no amamos al Señor, quedamos bajo maldición, apartados para maldición. ¡Qué advertencia!
Maranata (del arameo), lo cual significa ¡El Señor viene! o ¡Ven Señor nuestro! Es una exclamación que nos recuerda que la segunda venida del Señor trae consigo juicio.
Véase la nota 1 Co. 15:101a.
No un amor natural, sino el amor en Cristo, el amor en resurrección (1 Co. 4:21), el amor de Dios que llega a ser nuestro por medio de la gracia de Cristo y la comunión del Espíritu (2 Co. 13:14). De las catorce Epístolas de Pablo, sólo ésta termina con una palabra que les certifica su amor. Esto se debe a que el apóstol los había tratado con fuertes reprimendas (1 Co. 1:13; 3:3; 4:7-8; 5:2, 5; 6:5-8; 11:17). Él fue fiel, abierto y franco para con ellos en el amor de Dios en Cristo (2 Co. 2:4), sin recurrir a la diplomacia. Por eso, el Señor honró lo que él hizo, y los corintios aceptaron sus reprensiones y se arrepintieron, lo cual redundó en beneficio de ellos (2 Co. 7:8-13).