Esto indica que ser de Cristo es un asunto importante. Es vital para la vida y el ministerio cristianos.
Esto indica que ser de Cristo es un asunto importante. Es vital para la vida y el ministerio cristianos.
La autoridad apostólica, en contraste con lo que piensan las personas conforme a su concepto natural, no tiene como fin gobernar a los creyentes, sino edificarlos.
Nuestra obediencia provee al Señor una base para poder tratar la desobediencia de otros.
Ésta es una palabra osada y severa acompañada de una reprimenda.
Todo lo altivo que se encuentre en la mentalidad reprobada, lo cual se opone al conocimiento de Dios. Esto también debe ser derribado por las armas espirituales de modo que ya no se levante contra el conocimiento de Dios.
Los argumentos y pensamientos están en la mente y pertenecen a ella. Éstos son las fortalezas de Satanás, el adversario de Dios, las cuales están en las mentes de quienes desobedecen a Dios. Por medio de la guerra espiritual, los razonamientos deben ser derribados y todo pensamiento debe ser llevado cautivo a la obediencia a Cristo.
Es decir, poderosas a los ojos de Dios, o sea, divinamente poderosas; por lo tanto, sumamente poderosas.
Puesto que en la guerra espiritual no se combate contra carne, o sea, contra hombres, sino contra fuerzas espirituales (Ef. 6:12), las armas no deben ser carnales sino espirituales. Tales armas son poderosas para derribar las fortalezas del enemigo.
Los apóstoles, por ser seres humanos, todavía estaban en la carne; por eso, andaban en la carne. Sin embargo, especialmente en la guerra espiritual, no andaban conforme a la carne, sino conforme al espíritu (Ro. 8:4).
O, confiado. El apóstol era osado al hablar francamente en su epístola acerca de la verdadera situación.
Expresión que los paganos usaban en tiempos antiguos para expresar menosprecio por la virtud cristiana de la humildad.
Denota humildad, disposición a ceder, ser asequible. Véase la nota Fil. 4:52 y la nota 1 Ti. 3:33b.
Ser manso es ser dócil para con los hombres, sin resistir ni disputar. Esto indica que el apóstol, estando firmemente unido a Cristo (2 Co. 1:21) y siendo uno con Él, vivía por Él y se conducía en las virtudes de Cristo.
Mas indica un contraste. En los caps. 8 y 9 el apóstol habló de un modo agradable a los queridos santos de Corinto, animándoles a tener comunión en la ministración para los santos necesitados de Judea. Inmediatamente después de eso, él deseaba explicarse con claridad al vindicar su apostolado, más específicamente su autoridad apostólica, por medio de palabras severas y desagradables. Esto era necesario debido a la situación vaga y confusa causada por los falsos apóstoles judaicos (2 Co. 11:11-15), cuya enseñanza y énfasis en su posición había distraído a los creyentes corintios, apartándolos de las enseñanzas fundamentales de los apóstoles auténticos y especialmente de entender correctamente la posición que Pablo tenía como apóstol.
Véase la nota 1 Co. 2:31a.
2 Co. 11:6; 1 Co. 1:17; 2:1, 4
O, sin importancia. Lit., tenida en nada.
El apóstol era osado, pero no de manera desmedida. Esto muestra que estaba bajo la restricción del Señor. Su jactancia se conformaba a la medida de la regla que le había asignado el Dios que mide todas las cosas, el Dios que rige.
Lit., vara para medir. Como la regla de medir de un carpintero.
Como lo hacían los judaizantes.
Al ser agrandados y aumentados. Los apóstoles tenían la esperanza de que por medio del crecimiento de la fe de los creyentes corintios, su ministerio fuese magnificado (en el sentido de ser alabado) al ser agrandado y aumentado abundantemente, pero conforme a la regla, la medida, que Dios les había repartido.