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Capítulos de libros «Levítico»
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  • Según la Biblia, la muerte contamina más que el pecado y es más abominable. Mediante la ofrenda por las transgresiones todo pecado podía ser inmediatamente perdonado (cap. 5), pero una persona que tocaba el cadáver de un animal quedaba inmunda hasta el anochecer (vs. 24-25, 27-28, 31-32, 39-40). El Señor perdona nuestros pecados en cuanto se los confesamos (1 Jn. 1:9), pero deberá transcurrir un tiempo antes de que podamos ser lavados de la contaminación traída por la muerte espiritual. La persona que tocaba el cadáver de un hombre quedaba inmunda por siete días (Nm. 19:11, 13), lo cual indica que, a los ojos de Dios, los seres humanos caídos son el elemento más contaminante (cfr. Mt. 15:17-20).

  • En este capítulo, la palabra cadáver (o cadáveres) es usada trece veces, y muertos (o muere) es usada tres veces. Todo lo que está muerto es inmundo (vs. 8, 11, 24, 27, 31-40). Ser inmundo es, por tanto, sinónimo de estar muerto. Que la muerte sea mencionada en relación con nuestra dieta indica que lo que comemos, nuestra dieta, es asunto de vida o muerte. La vida procede del árbol de la vida, mientras que la muerte procede del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn. 2:9, 17 y las notas). La muerte es abominable para Dios. Por tanto, a fin de llevar una vida santa, debemos abstenernos de toda muerte, es decir, de toda muerte espiritual.

  • O, seres que se arrastran. Así también en los vs. 41-43 (cfr. vs. 31, 44, 46). Toda criatura que se arrastra sobre la tierra es considerada inmunda (vs. 41-44). Las criaturas que andan sobre su vientre, que caminan sobre cuatro patas o que tienen multitud de patas (v. 42) representan a Satanás con todos los espíritus y demonios malignos, a personas que están llenas de Satanás —que tienen contacto con los espíritus malignos y los demonios— y a personas que viven en el mundo y se aferran a éste, no pudiendo separarse de él (cfr. Gn. 3:14; Ap. 12:9; Lc. 10:19 y la nota 2).

  • Una persona contaminada por el cadáver de un animal tenía que lavar sus ropas (vs. 25, 28, 40), lo cual significa que nuestra conducta en la vida diaria (representada por la vestimenta, Is. 64:6a) debe ser lavada de la contaminación de la muerte.

  • Los insectos que tienen alas y piernas además de sus patas para saltar (vs. 21-22, cfr. vs. 23-25) representan a las personas que pueden vivir y accionar llevando una vida que está por encima del mundo y que pueden guardarse del mundo.

  • Lit., lo que pulula y tiene alas. Así también en los vs. 21, 23.

  • Las aves que tienen alas para volar y que se alimentan de semillas de vida como su suministro alimenticio representan a las personas que pueden vivir y accionar llevando una vida alejada del mundo y por encima de éste y que, además, toman las cosas propias de la vida divina como su suministro de vida. Los pájaros inmundos mencionados en los vs. 13-19, que no se alimentan de semillas sino de cadáveres, representan a las personas que se alimentan de las cosas propias de la muerte. Véase la nota Gn. 8:71.

  • En la Biblia, el mar representa el mundo caído y corrupto (Dn. 7:3, 17; Ap. 17:15). Las aletas ayudan a los peces a moverse y a realizar sus actividades en el agua según sus deseos, y las escamas protegen y guardan de la sal marina a los peces que viven en el mar. Por tanto, los animales acuáticos que tienen aletas y escamas (vs. 9-12) representan a las personas que pueden moverse y actuar libremente en el mundo y, a la vez, resistir su influencia.

  • Lit., divide la pezuña, es decir, parte la partición de sus pesuños (cfr. vs. 7, 26). Los animales de pezuña dividida y que rumian (v. 3; cfr. vs. 4-8, 26-28) representan a las personas que tienen discernimiento en sus actividades (Fil. 1:9-10) y que reciben la palabra de Dios reflexionando mucho sobre ella (véase la nota Sal. 119:151).

  • Comer equivale a tener contacto con aquello que está fuera de nosotros y recibirlo en nuestro interior, con el resultado de que ello llega a formar parte de nuestra constitución interna. En este capítulo, todos los animales representan diferentes clases de personas, y comer representa el contacto que tenemos con las personas (cfr. Hch. 10:9-15, 27-29). A fin de llevar una vida santa como el Dios santo requiere, el pueblo de Dios tiene que ser cuidadoso con respecto a la clase de personas con las que se relaciona (cfr. vs. 46-47; 1 Co. 15:33; 2 Co. 6:14-18).

  • La sección de este libro que abarca los caps. 11—27 trata sobre la vida que lleva el pueblo de Dios, un vivir santo, limpio y lleno de regocijo. Véase la nota Lv. 1:11.

  • Comer guarda relación con la limpieza, cuya realidad es Cristo como nuestro contenido, suministro de vida y alimento espiritual (Jn. 6:35, 57). Todas las criaturas limpias y vivientes son tipos de Cristo. Sólo Cristo puede mantenernos santos, así como Dios es santo (v. 45b). Sólo Cristo y lo que procede de Él es limpio y, como tal, puede servirnos de suministro alimenticio. Debemos tener contacto únicamente con esto, y solamente esto debemos comer y recibir.

  • La semilla reservada para la siembra permanecía limpia, lo cual significa que todo cuanto sea viviente y posea la vida que tiene fuerza para resistir la contaminación, permanecerá limpio. La semilla aquí tipifica a Cristo como semilla de vida (véase la nota Mr. 4:31a).

  • El manantial o la cisterna que recogía agua se mantenía limpio, lo cual significa que todo cuanto tiene la corriente del agua viva, corriente que lava en todo momento la contaminación de la muerte, se mantiene limpio. El manantial de agua viva representa al Espíritu (Jn. 4:14; 7:38-39), y la cisterna de agua viva representa a Cristo, quien es portador del agua viva (Jn. 4:10; 7:37). Con tal que tengamos el manantial y la cisterna, al Espíritu y a Cristo, en nuestra vida diaria, nos mantendremos limpios.

  • Todo alimento sobre el cual se hubiera vertido agua procedente de una vasija contaminada por un cadáver, así como toda bebida contenida en tal vasija, quedaba inmundo; esto significa que una persona (representada por el alimento o la bebida) que es afectada por la corriente terrenal (mundana) o se ha mezclado con ella en su vida diaria, es fácilmente contaminada por la muerte.

  • Un vaso de barro representa al hombre creado, al hombre natural (Ro. 9:21, 23; 2 Co. 4:7). Cuando el cadáver de cualquier animal caía sobre un vaso de barro o sobre un horno o un fogón, éstos eran hechos inmundos, de modo que tal vaso, horno o fogón debía ser destruido (vs. 33, 35). Esto significa que nuestro hombre natural, nuestro propio ser, nuestro yo, al haber sido contaminado en el curso de nuestra vida diaria, tiene que ser quebrantado por la cruz de Cristo (cfr. Lc. 9:23).

  • Todo aquello sobre lo cual hubiera caído el cadáver de un animal era inmundo y debía ser sumergido en agua, lo cual significa que la contaminación de la muerte deberá ser lavada por el lavamiento del Espíritu de vida (aquí representado por el agua, Jn. 7:38-39).

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