Debido a la situación negativa del pueblo de Dios, descrita en los caps. 11—15, según el concepto de Dios y conforme a Su economía divina era necesaria la redención. Debido a que el tiempo del Antiguo Testamento no era el tiempo designado para que se efectuara tal redención, se hizo necesario un tipo, una sombra, de la redención venidera. Esta sombra es la expiación descrita en este capítulo. La expiación lograda mediante el sacrificio de animales en el Antiguo Testamento es un tipo que anuncia la redención efectuada por Cristo en el Nuevo Testamento.
La raíz de la palabra hebrea que se traduce expiación significa cubrir. El sustantivo se traduce cubierta expiatoria en el v. 2 y en Éx. 25:17. La raíz de la palabra griega usada en la Septuaginta y en el Nuevo Testamento, que se traduce propiciatorio en Ro. 3:25 y propiciación en He. 2:17; 1 Jn. 2:2 y 1 Jn. 4:10, significa apaciguar (una situación conflictiva entre dos partidos). En el Día de la Expiación la sangre de la ofrenda por el pecado era introducida al Lugar Santísimo y rociada sobre la cubierta expiatoria, la tapa del Arca (vs. 14-15), que cubría los Diez Mandamientos que estaban dentro del Arca (Éx. 25:16), lo cual significa que el pecado de quienes acudían a tener contacto con Dios había sido cubierto pero no quitado (véase la nota He. 1:33). De este modo, el conflicto que había entre el hombre caído y Dios pudo ser apaciguado mas no completamente resuelto, hasta que Cristo vino a efectuar la redención al ofrecerse a Sí mismo como sacrificio propiciatorio que quita el pecado del hombre (He. 9:12; 2:17; 1 Jn. 2:2; 4:10; Jn. 1:29). Véase la nota Ro. 3:252a y la nota Ro. 3:253, la nota He. 2:173d, la nota He. 9:122f y la nota 1 Jn. 2:21a.