Debido a su debilidad en cuanto al juicio de Dios sobre Nadab y Abiú, Aarón y sus hijos no eran idóneos para comer la ofrenda por el pecado (vs. 16-17, 19-20). Esto significa que si somos débiles en aceptar el juicio de Dios sobre los servidores con quienes tenemos una relación íntima y cercana, no podremos participar de Cristo como nuestra ofrenda por el pecado en el aspecto de tomar Su vida sin pecado como nuestro suministro de vida que nos capacita para ministrar a los creyentes el Cristo que es la vida que pone fin al pecado.
Por un lado, Aarón y sus hijos eran débiles con respecto al juicio de Dios; por otro, Aarón tuvo la debida consideración, pues él y sus hijos se lamentaron y se entristecieron, así que comer la ofrenda por el pecado bajo tales circunstancias no habría agradado al Señor. La respuesta dada por Aarón agradó a Moisés, quien representaba a Dios (v. 20). Aarón y sus hijos no siguieron las normas divinas de una manera legal, no debido a una actitud desobediente, sino debido a que supieron considerar sus circunstancias, lo cual fue positivo. Este incidente indica que con respecto a cumplir con las normas establecidas por Dios, en la misericordia de Dios, hay un margen para ciertas consideraciones. Lo que Aarón y sus hijos hicieron aparentemente iba en contra de la norma establecida por Dios, pero en realidad, fue algo hecho en sabiduría.