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Capítulos de libros «Levítico»
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  • Lit., es maravilloso al hacer un voto. Levítico concluye con un voto manifestado en cuatro clases de dedicaciones a Jehová, lo cual muestra que la totalidad de todas las cosas contenidas en este libro constituye un voto, el cual llega a ser nuestra vida, nuestro vivir, como sacerdocio para Dios.

  • En lo referido a la dedicación por voto de una persona a Dios, el valor de la persona es establecido por Dios, o sea, a los ojos de Dios, “según el siclo del santuario” (vs. 3, 25), es decir, según la santa medida que corresponde a la morada de Dios, la medida espiritual que corresponde a la iglesia, la morada de Dios hoy (1 Ti. 3:15). Tal valuación era hecha con el fin de redimir lo que había sido dedicado (vs. 13, 15, 19).

  • Los varones en esta categoría, la más valiosa, representan a quienes son espiritualmente fuertes, maduros, experimentados y capaces de servir en combate en la iglesia (Nm. 1:2-3). Que su ser fuese valuado en cincuenta siclos —cincuenta está compuesto por diez (plenitud) multiplicado por cinco (responsabilidad)— significa que deberán asumir la mayor de las responsabilidades.

  • Que no se pudiera consagrar al primogénito, que ya pertenecía a Jehová, significa que no podemos dedicar nada que ya sea propiedad de Dios.

  • Véase la nota Lv. 27:111a.

  • Esto significa que nuestra dedicación deberá ser tan fuerte que no pueda ser alterada.

  • Las normas en los vs. 30-33 significan que no tenemos ningún derecho sobre nada que pertenezca a Dios y no podemos disponer de ello ni alterar de ningún modo el derecho de propiedad sobre ello.

    Levítico, un libro que trata sobre lo realizado por Dios para nuestro disfrute, termina expresando la aspiración de Dios de que hagamos un voto dedicándonos a Él. Dios lo ha hecho todo por nosotros y, ahora, Él necesita que nosotros le disfrutemos. Al final de Levítico, Dios expresa Su aspiración y expectativa de que le dediquemos a Él mediante un voto todo lo que somos, todo lo que tenemos y todo lo que podemos hacer. El propósito de esta dedicación es que disfrutemos al Señor en todo cuanto Él ha preparado para nosotros.

  • Las normas en los vs. 21-24 significan que en nuestra dedicación relacionada al disfrute de Cristo como la rica tierra, no podemos aprovecharnos de otros y tenemos que ser justos con Dios.

  • O, para ello. Así también en el v. 23.

  • Cuanto más tiempo faltaba para el jubileo, mayor era el valor de la tierra dedicada (vs. 17-18). Esto significa que nuestra dedicación relacionada con el disfrute de Cristo deberá ser valuada según la medida de la gracia de Dios a partir del jubileo. La cantidad de semilla requerida para la tierra dedicada y, por ende, el valor de la tierra (v. 16), dependía del número de años anteriores al jubileo. Si nos dedicamos al Señor en una etapa temprana de nuestra vida, tendremos más años para traer pecadores al Señor y así contribuir al aumento de la iglesia. Cuanto mayor sea el aumento que traigamos, mayor será la gracia que disfrutaremos (cfr. Jn. 15:2, 6).

  • Esto significa que nuestra dedicación relacionada con el disfrute de Cristo como la rica tierra deberá ser valuada según la semilla de la vida divina requerida para nuestro aumento espiritual. Según la tipología, cuanta más semilla sea requerida, mayor será el valor de la tierra. La semilla tiene como finalidad la multiplicación, el aumento de vida (Jn. 12:24). Si nuestra dedicación relacionada con el disfrute de Cristo brindara una proyección mayor de aumento para la iglesia, esta dedicación será más valiosa.

  • En términos espirituales, la dedicación por voto de un campo, parte de la tierra, guarda relación con nuestro disfrute de Cristo como la rica tierra (véase la nota Dt. 8:71). Cuanto más nos dedicamos a Dios y le entregamos nuestras posesiones, más disfrutaremos a Cristo. Todas nuestras dedicaciones consuman en el disfrute de Cristo.

  • Añadir un quinto a la valuación hecha para redimir la casa significa que no debemos obtener provecho personal de nuestra dedicación en relación con la iglesia a fin de que conservemos el disfrute de la vida de iglesia. De otro modo, seremos personas sin iglesia.

  • Que la casa dedicada por voto fuese valuada por el sacerdote significa que nuestra dedicación en relación con la iglesia (1 Ti. 3:15) deberá ser valuada por nuestro Mediador, el Señor Jesús (1 Ti. 2:5).

  • O, dedica. Así también en todo este capítulo.

  • Añadir un quinto a la valuación hecha significa que debemos ser cuidadosos y no quedar en deuda con Dios en cuanto a nuestra dedicación a Él.

  • Que el animal inmundo dedicado a Jehová fuese valuado por el sacerdote (vs. 11-12) significa que aun cuando lo que dediquemos a Dios sea inmundo, mediante la valuación hecha por nuestro Mediador, el Señor Jesús (1 Ti. 2:5), la motivación de nuestra dedicación es, en cierto grado, valiosa para Dios.

  • Ser santos equivale a ser santificados para Dios y, por ende, pertenecer a Dios, llegando a ser posesión Suya. El animal dedicado por voto no podía ser cambiado ni sustituido (v. 10a), lo cual indica que una vez que nos hemos dedicado a Dios, no podremos cambiar nuestro estatus. Una vez que algo ha sido dedicado a Dios al haber sido puesto en el altar, no puede ser devuelto. Si se intentase hacer un intercambio, ambos animales serían considerados santos (v. 10b); esto es, ambos pertenecerían a Dios. Esto indica que Dios intensamente anhela nuestra dedicación a Él.

  • Que una persona pobre fuese valuada conforme a sus recursos significa que no somos valuados según nuestra edad espiritual sino conforme a nuestra capacidad espiritual, no según lo que debiéramos hacer espiritualmente, sino conforme a lo que podemos hacer espiritualmente.

  • Aquellos en esta categoría representan a los que han sufrido deterioro espiritual.

  • Aquellos en esta categoría, la de menor valor, representan a los que espiritualmente son niños pequeños (cfr. 1 Jn. 2:13).

  • Aquellos en esta categoría, la tercera más valiosa, representan a los que espiritualmente son jóvenes en la iglesia (cfr. 1 Jn. 2:13-14).

  • La mujer representa a quienes son espiritualmente más débiles que los clasificados como varones (1 P. 3:7).

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