El servicio santo de los sacerdotes y levitas tenía como finalidad el mover de Dios. El tabernáculo era trasladado sobre los hombros de los descendientes de los tres hijos de Leví. Este traslado era realizado en el debido orden, sin confusión alguna. Asimismo, Cristo, quien es la corporificación de Dios con miras a Su expansión, lleva adelante Su mover mediante aquellos que le aman (cfr. Hch. 1:8; 13:1-4).
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