Nehemías, quien como gobernador estaba en la posición de rey, era un hombre con un corazón puro en pro de la reedificación del muro de Jerusalén para la realización de la economía de Dios. A diferencia de muchos de los reyes de Israel y Judá, él no fue egoísta, no buscó sus propios intereses ni tampoco dio rienda suelta a sus apetitos sexuales. Por tanto, era apto para disfrutar de la mejor porción, esto es, el reinado propio de la buena tierra que Dios prometió a Sus elegidos. En lugar de buscar su propio beneficio, él prestó dinero y granos sin cobrar intereses (v. 10) y alimentó a otros con el propósito de que el muro fuese edificado. Como resultado de ello, fue usado por Dios y recibió Su ayuda para llevar adelante la obra de reedificación del muro de la ciudad de Jerusalén (Neh. 6:15-19; 7:1-4). Nehemías fue modelo de lo que debe ser un líder entre el pueblo de Dios (cfr. 1 Ti. 3:2-7).