Los hijos de Israel debían haber sido subyugados por el juicio triple de Dios sobre los rebeldes descrito en el cap. 16 así como por la vindicación efectuada por Dios descrita en este capítulo; sin embargo, ellos todavía continuaron quejándose. Esto muestra cuán perversa es la naturaleza rebelde de la humanidad caída (cfr. Ap. 20:7-9). No es de extrañarse que a ninguno de estos hijos de Israel, con la excepción de Josué y Caleb, se les permitiera entrar en la tierra prometida (Nm. 14:28-30).