Lit, cuyas manos fueron llenadas.
Lit, cuyas manos fueron llenadas.
Véase Lv. 10:1-2 y las notas.
El Tabernáculo del Testimonio con todos sus enseres y el altar (vs. 25-26, 31, 36-37), al cual ministraban los sacerdotes, tipifica a Cristo en todos Sus ricos aspectos, quien es ministrado a otros por los creyentes neotestamentarios (Ef. 3:8; 2 Co. 3:3; 1 Ti. 4:6). El altar, que representa la cruz (He. 13:10), hace referencia a la redención efectuada por Cristo, y el tabernáculo hace referencia a Cristo como corporificación de Dios (Col. 2:9), por medio de quien Dios mora entre los hombres (Jn. 1:14) y por medio de quien los hombres pueden entrar en Dios para disfrutar de todo lo que Él es (Jn. 14:2, 6, 20). Ministrar es servir, y servir es proveer suministro a otros al ministrarles. Los creyentes neotestamentarios sirven a otros la cruz de Cristo para redención (1 Co. 1:23; 2:2) y las riquezas de Cristo para proveerles el suministro de vida (Ef. 3:8; Col. 1:27-28).
O, Contarás. Véase la nota Nm. 1:33.
Es decir, un laico, alguien que no era un sacerdote.
Nm. 3:41, 45; 8:16; cfr. Nm. 3:9; 8:19
Los levitas reemplazaron a los primogénitos de Israel (vs. 5-9, 11-37, 39-51). Mediante la pascua todos los primogénitos de Israel fueron redimidos, salvos y reemplazados (Éx. 12:12-13, 23; 13:11-15). Debido a esto, en las subsiguientes generaciones todos los varones primogénitos entre los hijos de Israel debían ser reemplazados por los levitas, los servidores. Por tanto, el número de levitas debía ser igual al número de primogénitos, y toda carencia debía ser redimida. Que los primogénitos fuesen reemplazados por los levitas, los servidores, indica que todo el que fue redimido, salvo y reemplazado —todos los creyentes en Cristo— tiene que servir (cfr. Mt. 25:14-30).
Dios le dio a Jacob doce hijos de modo que hubiera doce tribus que acamparan alrededor del tabernáculo, tres tribus en cada uno de los cuatro lados (cap. 2). Dios le dio a Leví tres hijos para que acamparan en los tres costados del tabernáculo en medio de los cuatro campamentos (Nm. 2:17): los gersonitas al oeste (v. 23), los coatitas al sur (v. 29) y los hijos de Merari al norte (v. 35). Moisés, Aarón y los hijos de Aarón acamparon al este, delante del tabernáculo (v. 38). Únicamente Dios podía proveer las personas necesarias para tal ordenamiento. Ninguna de estas personas que participaron en tal ordenamiento fue contratada, sino que todas nacieron para ello. Asimismo, la edificación del Cuerpo de Cristo es completamente ajena a la contratación de asalariados; más bien, depende íntegramente de la vida divina impartida a través del nacimiento divino, por lo cual es algo orgánico (Ef. 4:11-16).
Véase la nota Nm. 3:81a. Los coatitas estaban encargados de cuidar los contenidos del tabernáculo (vs. 30-31; 4:15). En términos espirituales, esto significa atender a Cristo, es decir, ministrar Cristo a otros presentándoles todos los aspectos del rico Cristo representados por el Arca, la mesa del pan de la Presencia, el candelero, el altar del holocausto, el altar del incienso, las vasijas del santuario y el lienzo (esto es, el velo). Este mismo principio se aplica al cuidado de todos los ítems relacionados con el tabernáculo. Véanse las notas de Éxodo 25—30 sobre las diversas partes del tabernáculo.
Aarón y sus hijos, los sacerdotes, debían estar a cargo del santuario (vs. 32, 38b), esto es, debían hacerse responsables de todo el santuario —el tabernáculo con sus dos secciones, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo— y todo lo relacionado con él. Ellos debían hacer esto “en lugar de los hijos de Israel”, dando a entender que si los hijos de Israel no podían encargarse apropiadamente de lo encomendado por Dios en cuanto al tabernáculo, los sacerdotes eran responsables de corregirlos, o mantenerlos alejados del santuario o cumplir las obligaciones de ellos. En principio, quienes sirven como sacerdotes neotestamentarios (1 P. 2:5, 9) tienen la misma responsabilidad con respecto al servicio asignado a los demás.