Estas personas fieles, los vencedores, se mantuvieron del lado de Dios. A la postre, Dios castigó a Israel alejándolo de la tierra de sus padres al ser llevados al cautiverio (2 R. 24; 2 R. 25). Después, serían los vencedores entre esos cautivos quienes traerían a Israel de regreso. Uno de estos vencedores, Daniel, oró con su ventana abierta en dirección a Jerusalén (Dn. 6:10). Mediante tal oración llena de gracia, Dios hizo retornar a Israel a la tierra de sus padres.
