El significado del hebreo es incierto; algunos entienden: una joya dorada (referida a un poema); otros: un epigrama.

El significado del hebreo es incierto; algunos entienden: una joya dorada (referida a un poema); otros: un epigrama.
Sal. 3 título
Este breve salmo se refiere a Cristo (vs. 8-11; cfr. Hch. 2:25a), el maravilloso Dios-hombre, en Sus cuatro etapas: Su vivir humano (que también implica Su encarnación, vs. 1-8), Su muerte (vs. 9-10), Su resurrección (vs. 10-11a) y Su ascensión (v. 11b). Véase Hch. 2:25-28 y las notas.
Cuando Cristo era un hombre en la tierra, Él se refugió en Dios y confió en que Dios lo guardaría.
Algunos mss. dicen: Tú dices (tal vez dirigiéndose al alma).
Cristo, el hombre, tomó a Dios como Su Señor (Mt. 4:7, 10) y no poseía otro bien (otra bendición, placer ni disfrute) aparte de tener a Dios mismo como Su porción (cfr. Lc. 18:19).
En Su vivir humano, Cristo amó a Dios el Padre (Jn. 14:31) y se deleitaba no en la ley, sino en los santos, el pueblo excelente sobre la tierra, pues ellos son los miembros de Su Cuerpo, la iglesia (Ef. 1:22-23; 5:30).
Cristo, en Su vivir humano, no tenía nada que ver con otros dioses ni con sus ofrendas, ni tampoco tomó en Sus labios sus nombres (Mt. 4:10).
Cristo, como hombre sobre la tierra, tomó a Dios el Padre como la porción de Su herencia (Su posesión) y de Su copa (Su disfrute). Además, Cristo confió en que Dios sustentaría aquello que le tocó en suerte (la porción de Su herencia). Dios sustenta la tierra para Cristo a fin de que Él pueda heredarla como posesión Suya (Sal. 2:8; He. 1:2b).
Cristo, el humilde Siervo de Jehová, fue aconsejado por Dios, y Sus partes internas le instruyeron en las noches (Is. 50:4; Lc. 6:12). Cuando Dios aconsejaba a Cristo el hombre, las partes internas de Cristo le instruían por medio de Su contacto con Dios. Las partes internas de Cristo eran uno con Dios. Ésta es la experiencia apropiada de un Dios-hombre (cfr. Fil. 1:8).
Cristo, en Su vivir humano, puso a Dios (no a la ley) continuamente delante de Sí, tomándolo como Su seguridad. Jesús jamás estuvo solo, pues Dios el Padre siempre estuvo con Él (Jn. 8:29).
La Septuaginta traduce: lengua. Véase la nota Hch. 2:261.
En Su muerte, mientras Cristo estuvo en el Hades, Su carne (Su cuerpo físico) moró en seguridad, pues Él fue sepultado en un sepulcro seguro (Mt. 27:59-60).
Después de Su muerte, el alma de Cristo fue al Seol (el Hades, Ef. 4:9) y permaneció allí por tres días. Que Dios no abandonase el alma de Cristo al Seol ni permitiese que Él, el Santo de Dios, viera corrupción, indica que el alma de Cristo sería levantada del Seol y que el cuerpo físico de Cristo sería resucitado del sepulcro (Mt. 28:6; Jn. 20:5-9).
La Septuaginta traduce: corrupción (cfr. Hch. 2:27). El cuerpo de Cristo fue resucitado del sepulcro en el plazo de tres días (1 Co. 15:4); por tanto, no vio corrupción en el sepulcro.
Véase la nota Hch. 2:281.
Cristo está en la presencia de Dios participando de plenitud de gozo, lo cual indica que Él ascendió a los cielos a la presencia de Dios para disfrutar de lo que logró y obtuvo (Hch. 1:9-11; 2:36; 5:31; Fil. 2:9-11). Además, Cristo disfruta de delicias para siempre a la diestra de Dios, lo cual indica que Él está a la diestra de Dios en Su ascensión para sobrepasar todo a fin de llevar a cabo la economía eterna de Dios con respecto a la iglesia, el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:20-23).