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  • La quinta etapa del pastoreo de Cristo consiste en que disfrutamos de la bondad y la benevolencia amorosa divinas en la casa de Jehová por la duración de nuestros días. Al experimentar el pastoreo orgánico del Cristo pneumático, la bondad y la benevolencia amorosa nos siguen “todos los días de [ nuestra ] vida”, en referencia a la era presente. La bondad se refiere a la gracia de Cristo, la benevolencia amorosa se refiere al amor del Padre y seguirán implica la comunión del Espíritu (2 Co. 13:14). Al final, este disfrute del Dios Triuno procesado y consumado nos introduce en el disfrute de Dios en la casa de Dios (Cristo, la iglesia y la Nueva Jerusalén, Jn. 1:14; 2:21; 1 Ti. 3:15-16; Ap. 21:2-3, 22), donde moraremos “por la duración de [ nuestros ] días”, refiriéndose a la era presente, la era venidera y la eternidad.

  • En la cuarta etapa del pastoreo de Cristo, nuestra copa (la copa de bendición, 1 Co. 10:16a; Mt. 26:27 y la nota) rebosa. En este versículo, el Dios Triuno se halla implícito: el Hijo como la mesa, el banquete (1 Co. 11:23-26), el Espíritu como el aceite de la unción (Lc. 4:18) y el Padre como la fuente de bendición (Ef. 1:3).

  • La palabra hebrea se refiere al ungimiento hecho en un banquete festivo. En la cuarta etapa de Su pastoreo, el Señor unge nuestra cabeza con aceite (el óleo de júbilo, He. 1:9), el cual representa al Espíritu compuesto como el ungüento compuesto (Éx. 30:23-26 y la nota Éx. 30:251 y la nota Éx. 30:261a). Ungir la cabeza es ungir el cuerpo entero (Sal. 133:2; 2 Co. 1:21). Ésta es la unción del Espíritu compuesto y vivificante en la resurrección de Cristo (1 Jn. 2:20 y la nota 1).

  • En la cuarta etapa de Su pastoreo, la del disfrute más profundo y elevado del Cristo resucitado, el Señor adereza una mesa, un banquete (Cristo con Sus riquezas para ser disfrutado por nosotros), delante de nosotros en presencia de nuestros adversarios. Si combatimos en la guerra espiritual y derrotamos a los adversarios, obtendremos el rico disfrute del Señor como nuestro banquete en Su mesa (cfr. Gn. 14:17-18).

  • La vara brinda protección, y el cayado sirve para adiestrar, guiar y sustentar. En el valle de sombra de muerte, la protección, la guía y el sustento que el Señor brinda nos conforta.

  • En la tercera etapa de Su pastoreo, experimentamos la presencia del Cristo resucitado y pneumático mientras andamos por el valle de sombra de muerte, esto es, en medio de los problemas y los sufrimientos de la vida. Cuando andamos por el valle, no tememos mal alguno, pues el Cristo pneumático está con nosotros (Mt. 28:20b; 2 Ti. 4:22). Su presencia nos conforta, nos rescata, y es el poder que nos sostiene. Cuando estemos en el valle, simplemente debemos permanecer allí y reposar en el Señor. Reposar en el Señor hará que el valle sea más breve, la sombra sea reducida y la muerte sea quitada.

  • El nombre indica la persona. Por tanto, por amor de Su nombre denota estar en Su persona. Como el Cristo pneumático, el Espíritu vivificante, en Su resurrección, Cristo nos guía internamente a andar por las sendas de justicia en Sí mismo como la persona (cfr. Col. 3:17).

  • Tanto las sendas como la justicia son el Cristo resucitado (Jn. 14:6a; 1 Co. 1:30).

  • En la segunda etapa de Su pastoreo, Cristo restaura (aviva y transforma) nuestra alma (Ro. 12:2; Ef. 4:23) y nos guía (a andar conforme al espíritu) por sendas de justicia (para cumplir los requisitos de la justicia, Ro. 8:4). Para ser justos, esto es, para ser rectos con toda persona, asunto y cosa delante de Dios conforme a Sus requisitos justos y estrictos, debemos ser avivados y transformados en nuestra alma a fin de ser personas apropiadas y equilibradas en nuestra mente, emoción y voluntad.

  • Las aguas de reposo representan al Espíritu, que alcanzó Su consumación en la resurrección de Cristo (Jn. 7:37-39 y la nota Jn. 7:391a). En la etapa inicial del pastoreo de Cristo, los corderos, los niños en Cristo (Jn. 21:15; 1 P. 2:2), se alimentan de Cristo como los pastos verdes y beben del Espíritu (1 Co. 12:13), esto es, del Cristo resucitado y pneumático, como las aguas de reposo.

  • Los pastos representan a Cristo como lugar donde Sus ovejas se alimentan (Jn. 10:9 y la nota 2), y el color verde representa las riquezas de la vida. Cristo puede ser nuestros verdes pastos mediante Su encarnación, muerte y resurrección.

  • Cristo en Su resurrección es el Pastor (He. 13:20; 1 P. 2:25; 5:4), y la iglesia producida por la resurrección de Cristo es Su rebaño (Hch. 20:28; 1 P. 5:2). Por Su encarnación, crucifixión y resurrección en la que llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), Cristo, quien es Jehová (Jn. 8:24), el Dios Triuno (Éx. 3:14), fue hecho apto para ser nuestro Pastor. En virtud de que Él nos redimió, lavó, resucitó y regeneró, fuimos hechos aptos para ser Su rebaño. Para disfrutar del pastoreo de Cristo, debemos estar en el rebaño, esto es, en la iglesia.

  • El salmo 23 trata sobre Cristo como el Pastor en Su resurrección. Según este salmo, Cristo nos pastorea en cinco etapas:
    1) el disfrute que tenemos de Cristo como los verdes pastos y del Espíritu como las aguas de reposo (v. 2);
    2) el avivamiento y la transformación que experimentamos en las sendas de justicia (v. 3);
    3) nuestra experiencia del Cristo pneumático resucitado mientras andamos por el valle de sombra de muerte (v. 4);
    4) el disfrute más profundo y elevado que tenemos del Cristo resucitado al combatir contra los adversarios (v. 5) y
    5) el disfrute que tenemos de la bondad y la benevolencia amorosa en la casa de Jehová por la duración de nuestros días (v. 6).

  • Sal. 3 título

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