Significa lirios, un testimonio; podría referirse a una melodía común en aquellos tiempos.

En los vs. 8-13 el salmista nos relata la manera en que Dios trató con Israel, Su vid, la cual Él sacó de Egipto y plantó. Aunque la vid fue floreciente por algún tiempo, se volvió desolada (cfr. Is. 5).

Es decir, el Éufrates.

En los vs. 14-19 el salmista le pide a Dios que visite Su vid por causa de Cristo, el hombre de Su diestra (v. 17).

El hijo aquí y en el v. 17 es el Señor Jesús. Oseas 11:1 y Mt. 2:15 indican que cuando Cristo se hizo hombre, Él, el Hijo de Dios, se unió a Israel. Durante el tiempo en que Israel fue abandonado por Dios, esta Persona única fue fortalecida por Dios para Sí mismo.

Este hombre es Cristo, quien está a la diestra de Dios (Mr. 16:19; Hch. 2:33; 5:31), el lugar más elevado del universo. Dios le ha dado a Cristo el primer lugar, la posición más elevada, la preeminencia, en el universo entero. Ésta es la exaltación de Cristo (Fil. 2:9-11). La manera de ser restaurados de la desolación consiste en exaltar a Cristo. Siempre que el pueblo de Dios no le da la preeminencia a Cristo, la casa de Dios —que representa a la iglesia— se torna desolada. Siempre que el pueblo de Dios exalta a Cristo dándole la preeminencia en todo aspecto de su vivir, se produce restauración (v. 19) y avivamiento (v. 18). Véase la nota Sal. 74:1¹.

Cristo está ahora a la diestra de Dios (Ro. 8:34; Col. 3:1; 1 P. 3:22), y todo aquel que le invoca como tal será restaurado y avivado (21, Hch. 2:33; Ro. 10:12-13).