Este capítulo trata sobre el recobro del pacto entre Dios y Su pueblo, pacto que había sido quebrantado (Éx. 32:19; v. 10a).
Reunirse con Dios por la mañana no solamente es reunirse con Él a una hora temprana del día, sino también reunirse con Él en una atmósfera llena de luz (cfr. Pr. 4:18). Así como Moisés, debemos acudir a Dios solos, sin ninguna otra persona, asunto o cosa que nos distraiga u ocupe (v. 3; cfr. Mr. 1:35).
Que Dios proclamase Su nombre significa que Él asumió la posición que le correspondía al declarar quién es Él.
Los actos maravillosos de Dios tenían como meta introducir a Su pueblo en la buena tierra para la edificación del templo como testimonio de Dios y Su morada en la tierra. Asimismo, Dios realiza prodigios para nosotros a fin de introducirnos en Cristo, la realidad de la buena tierra (véase la nota Dt. 8:71), con miras a la edificación de la iglesia como testimonio de Dios y Su templo (Ap. 1:2; 1 Co. 3:16).
Imágenes de una deidad femenina.
Los vs. 12-17 constituyen una advertencia con respecto a la trampa que es la idolatría y reiteran los tres primeros de los Diez Mandamientos (Éx. 20:2-7). Un ídolo es toda persona, asunto o cosa que reemplace a Dios y nos impida disfrutar plenamente a Cristo como nuestra buena tierra. Dios declaró que Él haría todo para introducir al pueblo en la buena tierra (vs. 10-11), pero también señaló el peligro de la idolatría, la cual anularía los prodigios realizados por Dios en beneficio de los hijos de Israel. Asimismo, Dios ha prometido hacer todo lo necesario para introducirnos en el Cristo todo-inclusivo a fin de que le disfrutemos (cfr. Col. 1:12-13), pero nosotros tenemos que prestar atención a la advertencia hecha por Dios con respecto a la idolatría (cfr. 1 Jn. 5:21).
No era la intención de Dios que Su pueblo se esforzara en guardar los Diez Mandamientos por sus propias fuerzas; más bien, Su intención era ordenar a Su pueblo que disfrutara de Él: que celebrara banquete con Él y reposara con Él. Esto es contrario a nuestro deseo natural de siempre procurar hacer algo para Dios (cfr. Lc. 15:18-32 y la nota Lc. 15:192). Guardar los mandamientos de Dios tiene que ocupar un lugar secundario; ello tiene que ser fruto de haber celebrado banquete con el Señor y haber reposado con Él (véase la nota Gn. 2:171a, párr. 1).
Para determinar el significado de las tres fiestas anuales mencionadas en los vs. 18, 22-23, véanse las notas de Éx. 23:14-16 y de Lv. 23.
Véase la nota Éx. 13:131.
Además de las fiestas anuales (vs. 18, 22-23), cada semana los hijos de Israel debían guardar el Sábado cesando su labor y reposando con Dios, en conmemoración de Él como su Creador y Redentor. Que las palabras respecto al Sábado fuesen insertadas entre lo dicho sobre las fiestas indica que mientras disfrutamos a Cristo, simultáneamente, reposamos con Él.
Para los hijos de Israel, las fiestas se celebraban anualmente y el Sábado (v. 21) era guardado semanalmente; no obstante, éste debe ser un cuadro de nuestra experiencia diaria de Cristo. Todos los días debemos disfrutar a Cristo como las tres fiestas mencionadas en este capítulo, y muchas veces durante el día debemos cesar nuestra labor y reposar con Cristo en memoria de Él.
Este versículo nos explica por qué el pueblo de Dios debía celebrar banquete con Dios y reposar con Él. La mejor manera de combatir contra el enemigo y mantenerlo lejos de nosotros consiste en disfrutar al Señor.
Echar a las naciones representa la demolición de todo lo que nos preocupa y usurpa (véase la nota Éx. 23:231a); ensanchar las fronteras de la buena tierra representa el ensanchamiento de nuestra capacidad para disfrutar a Cristo (1 Cr. 4:10 y la nota); y mantener alejados a los enemigos codiciosos representa ser guardados por el disfrute de Cristo.
Véase la nota Éx. 23:181.
Esto significa que debemos disfrutar de las riquezas de Cristo al grado máximo en esta era y no posponer tal disfrute hasta la próxima era (la mañana, cfr. 2 P. 1:19). Cfr. la nota Éx. 29:342.
Véase la nota Éx. 23:191.
Véase la nota Éx. 23:192b.
Lit., boca. Lo dicho por Dios en este capítulo es repetición de lo que Él dijo en los caps. 20—23. Esta reiterada declaración no se enfoca en que guardemos los Diez Mandamientos y las ordenanzas de la ley, sino en que disfrutemos a Dios mediante el disfrute de las riquezas de la buena tierra y en que reiteradamente celebremos banquete con Él y reposemos con Él. Esto corresponde con el enfoque de la enseñanza neotestamentaria, la cual primordialmente concierne al disfrute de Cristo (1 Co. 1:9; 5:8). No era intención de Dios meramente obtener un pueblo que guardara Sus mandamientos y ordenanzas. La intención de Dios era impartirse a Sí mismo en Sus escogidos para que ellos, habiendo sido íntegramente infundidos de Él, le expresaran (véase la nota Éx. 34:291).
Lit., palabras.
O, su hablar (el de Moisés) con Él (Jehová); cfr. Nm. 7:89. Debido a que Dios le habló a Moisés durante el largo tiempo que éste permaneció con Él, Dios se infundió plenamente en Moisés y lo saturó. Como resultado, el rostro de Moisés resplandecía. Según este capítulo, lo primero que hizo Dios con Moisés no fue darle las tablas de la ley, sino pasar tiempo con él a fin de infundirse en él hablándole con respecto a disfrutar a Dios (cfr. 2 Co. 3:3). Antes de darle la ley, Dios se dio a Sí mismo a Moisés. Esto muestra claramente cuál era el propósito de Dios.
Véase 2 Co. 3:13 y la nota.
Cfr. 2 Co. 3:18 y las notas 3-6.