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Capítulos de libros «Apocalipsis»
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  • El plan de Dios está escondido en el cielo. Cuando Dios encuentra en la tierra a un hombre según Su corazón, le abre el cielo. Así le fue abierto a Jacob (Gn. 28:12-17), a Ezequiel (Ez. 1:1), a Jesús (Mt. 3:16), a Esteban (Hch. 7:56) y a Pedro (Hch. 10:11). Aquí y en Ap. 19:11 le fue abierto a Juan, el escritor de este libro, y le será abierto a todos los creyentes del Señor en la eternidad (Jn. 1:51).

  • La voz oída en Ap. 1:10.

  • Véase la nota Ap. 1:101a.

  • En este libro el trono de Dios es el centro de Su administración. En las Epístolas, vemos el trono de la gracia, del cual recibimos misericordia y en el cual hallamos gracia (He. 4:16). En este libro este trono es el trono de juicio, desde el cual el mundo es juzgado. Finalmente, después que todos los juicios de Dios hayan sido ejecutados, el trono de Dios será el trono del suministro de la vida eterna, del cual brotará el agua viva, en la cual crece el árbol de la vida, el suministro para los redimidos de Dios en la eternidad.

  • Según 21:11, el jaspe es “una piedra preciosísima…diáfana como el cristal”. Su color debe de ser un verde oscuro, el cual simboliza la vida en sus riquezas. El jaspe aquí, según lo indica 21:11, representa la gloria que Dios transmite en Su vida rica (2, Jn. 17:22). La apariencia de Dios es como jaspe, como también lo será la apariencia de la ciudad santa: la Nueva Jerusalén (Ap. 21:11). El muro de la ciudad y su primer cimiento están edificados con jaspe (Ap. 21:18-19).

  • La cornalina también es una piedra preciosísima, y su color rojo simboliza la redención. El jaspe representa a Dios como el Dios de gloria en Su vida rica, y la cornalina representa a Dios como el Dios de la redención. En el pectoral del sumo sacerdote en el Antiguo Testamento, la primera piedra era una cornalina y la última era un jaspe (Éx. 28:17, 20). Esto significa que el pueblo redimido de Dios tiene su comienzo en la redención y su consumación en la gloria de vida de Dios.

  • El arco iris es una señal del pacto que Dios hizo con el hombre y con todos los seres vivos, por el cual Él no los destruiría de nuevo con un diluvio (Gn. 9:8-17). Este libro muestra que Dios juzgará a la tierra y a todos sus habitantes. El arco iris alrededor de Su trono significa que Dios es el Dios del pacto, el Dios fiel, quien guardará Su pacto mientras ejecuta Su juicio sobre la tierra. Él no juzgará al hombre nuevamente con un diluvio ni destruirá a toda la humanidad, sino que preservará parte de la humanidad para que sean las naciones que habiten en la nueva tierra para gloria Suya (Ap. 21:24, 26).

  • El arco iris alrededor del trono de Dios es semejante en aspecto a la esmeralda. La esmeralda es una piedra preciosa cuyo color verde representa los seres vivos de la tierra. Esto indica que cuando Dios ejecute Su juicio sobre la tierra, recordará Su pacto y preservará a algunos de los seres vivos de la tierra, como lo indica Gn. 9:11.

  • El número veinticuatro se forma al multiplicar doce por dos. Doce representa compleción en términos de la administración de Dios (Mt. 19:28). David dividió a los sacerdotes y a los levitas en veinticuatro grupos para llevar a cabo el servicio de la administración de Dios. Por lo tanto, antes que los veinticuatro ancianos angélicos sean reemplazados por la iglesia, son ellos los que ejercen la administración de Dios. Doce multiplicado por dos significa un fortalecimiento doble, lo cual indica que la administración divina ejercida por los veinticuatro ancianos angélicos es prevaleciente.

  • Estos ancianos no son los ancianos de la iglesia, sino los ancianos entre los ángeles, porque aquí, antes de la segunda venida del Señor, ellos ya se encuentran sentados en tronos (cfr. Mt. 19:28; Ap. 20:4). En la creación, los ángeles son los más antiguos. Sus ancianos son los ancianos de toda la creación. El hecho de que estén sentados en tronos y lleven coronas de oro sobre sus cabezas, indica que deben de ser los que gobiernan el universo hasta el reino milenario, cuando la autoridad para gobernar la tierra será dada a los santos vencedores (He. 2:5-9; Ap. 2:26-27; 20:4). El hecho de que estén vestidos con vestiduras blancas y tengan arpas y copas de oro llenas de incienso (Ap. 5:8) indica que ahora ellos también son sacerdotes ante Dios; sin embargo, en el reino milenario los vencedores gobernantes serán los sacerdotes de Dios y de Cristo (Ap. 20:6). Las coronas de oro que llevan puestas los ancianos denotan su reinado. Por consiguiente, ellos son sacerdotes que sirven a Dios y reyes que reinan sobre la creación.

  • Aquí las vestiduras blancas indican que estos ancianos angélicos no tienen pecado y que, a diferencia de los santos redimidos, no tienen necesidad de ser lavados por la sangre del Cordero (Ap. 7:14).

  • Estas siete lámparas están relacionadas con las siete lámparas del candelero en Éx. 25:37 y Zac. 4:2. Las siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios, representan la iluminación y el escrutinio que efectúa el Espíritu de Dios siete veces intensificado. En Éx. 25 y Zac. 4 las siete lámparas, que simbolizan la iluminación que el Espíritu de Dios efectúa en el mover de Dios, sirven para la edificación que Dios realiza: ya sea para la edificación del tabernáculo o para la reedificación del templo. Aquí las siete lámparas son usadas para el juicio de Dios, que también dará por resultado el edificio de Dios: la Nueva Jerusalén.

  • Véase la nota Ap. 1:45f.

  • Este mar de vidrio no es de agua sino de fuego (15:2). Desde el diluvio, Dios, conforme a Su promesa de no juzgar nuevamente con agua a la tierra y a todos los seres vivos (Gn. 9:15), siempre ejecuta Su juicio sobre el hombre con fuego (Gn. 19:24; Lv. 10:2; Nm. 11:1; 16:35; Dn. 7:11; Ap. 14:10; 18:8; 19:20; 20:9-10; 21:8). El trono del juicio de Dios es como llama de fuego del cual procede un río de fuego (Dn. 7:9-10). La llama del juicio de Dios arroja todas las cosas negativas del universo entero en este mar de vidrio, el cual finalmente será el lago de fuego (Ap. 20:14). El mar de vidrio, por ser la totalidad de todo el juicio ardiente de Dios, es como cristal, lo cual significa que todas las cosas negativas, al ser sometidas al juicio de Dios, quedan claras como el cristal. Aquí tenemos el arco iris alrededor del trono de Dios, lo cual significa que Dios guardará la promesa que hizo en Gn. 9:8-17. También tenemos el mar de fuego semejante al cristal, el cual representa el juicio de Dios sobre todas las cosas negativas aun con fuego.

  • Los veinticuatro ancianos que están alrededor del trono de Dios representan a todos los ángeles, mientras que los cuatro seres vivientes representan a todos los demás seres vivos. El primero de los seres vivientes, el cual es semejante a un león, representa las fieras; el segundo, semejante a un becerro, representa el ganado; el tercero, semejante a un hombre, representa a la humanidad; y el cuarto, el cual es semejante a un águila, representa las aves (v. 7). De las seis categorías de seres vivos creados por Dios (Gn. 1:20-28), dos no están representadas aquí: los seres que se arrastran sobre la tierra y los seres que viven en el agua. La cabeza de los seres que se arrastran es la serpiente, que representa a Satanás, el enemigo de Dios, quien será arrojado al lago de fuego y no tendrá lugar en el cielo nuevo y la tierra nueva. Los seres que viven en el agua están en las aguas del juicio de Dios, las cuales no existirán en el cielo nuevo y la tierra nueva (Ap. 21:1). Así que, por toda la eternidad estas dos categorías no estarán representadas ante Dios.

    De los cuatro seres vivientes, el becerro es un animal limpio, mientras que el león y el águila son inmundos (Lv. 11:3, 13-19, 27). Después de ser redimidos, todos ellos llegaron a ser limpios (Hch. 10:11-16). Entre ellos, el becerro y el hombre son mansos y dóciles, pero el león y el águila son salvajes y feroces. Mediante la redención, todos ellos pueden morar juntos (Is. 11:6-9). La redención que Cristo efectuó no sólo se aplica al hombre, sino también a todas las cosas (Col. 1:20), porque Él murió por todas las cosas (He. 2:9).

  • Los ojos les permiten a los seres vivos recibir luz y visión. Los cuatro seres vivientes están llenos de ojos, no solamente delante y detrás, sino también alrededor y por dentro (v. 8), lo cual indica que ellos no son opacos sino transparentes en todo aspecto como el cristal. En la presencia de Dios, nosotros, el pueblo redimido, deberíamos ser igualmente transparentes.

  • En apariencia, los cuatro seres vivientes se asemejan a los querubines mencionados en Ez. 1:5-10 y Ez. 10:14-15. Por tener seis alas (v. 8), se parecen a los serafines mencionados en Is. 6:2. (Los querubines mencionados en Éx. 25:20 y en 1 R. 6:27 tienen dos alas, y los querubines de Ez. 1:6 tienen cuatro alas). Tal vez sean una combinación de querubín y serafín. Los serafines están relacionados con la santidad de Dios (Is. 6:3), que es la naturaleza de Dios, y los querubines están relacionados con la gloria de Dios (Ez. 10:18-19; He. 9:5), que es la expresión de Dios. Por lo tanto, estos seres vivientes representan la naturaleza y la expresión de Dios.

  • El hecho de que se diga santo tres veces, tal como en Is. 6:3, implica que Dios es triuno.

  • El uso de tres tiempos diferentes al hablar de la existencia de Dios también implica que Dios es triuno. Véase la nota Ap. 1:43e.

  • Las alabanzas de los cuatro seres vivientes en este versículo y las de los veinticuatro ancianos en el v. 11 se componen de tres elementos, lo cual implica que tanto los seres vivientes como los ancianos alaban al Dios Triuno. Los dos primeros elementos, la gloria y la honra, se repiten en ambos casos, pero el último elemento es diferente. En las alabanzas de los cuatro seres vivientes, el último elemento es la acción de gracias: ellos fueron redimidos y están agradecidos por la redención de la gracia de Dios; en cambio, en las alabanzas de los veinticuatro ancianos el último elemento es el poder: como gobernantes del universo (no son criaturas redimidas) sienten aprecio por el poder de Dios con el cual gobiernan.

  • En conformidad con los versículos precedentes, esta sección de la santa Palabra implica que cuando los santos redimidos —representados por el hombre que es uno de los cuatro seres vivientes, quienes fueron redimidos— hayan sido perfeccionados y glorificados para ser reyes y sacerdotes apropiados (Ap. 20:6), entonces los reyes y sacerdotes temporales, esto es, los veinticuatro ancianos angélicos, renunciarán a sus puestos. Esto queda implícito por el hecho de que echarán sus coronas delante del trono.

  • Véase la nota Ap. 4:91a.

  • Dios es un Dios de propósito, y Su voluntad es según Su beneplácito. Él creó todas las cosas según Su voluntad para así cumplir y llevar a cabo Su propósito. Este libro, el cual da a conocer la administración universal de Dios, nos muestra Su propósito. Por tanto, en la alabanza que los veinticuatro ancianos rinden a Dios por Su obra creadora, vemos que la creación está relacionada con la voluntad de Dios.

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