Su semblante (las mejillas) es hermoso y dulce (las eras de especias, las hierbas dulcemente aromáticas) por haber sufrido los golpes y el menosprecio de la gente (Is. 50:6; Mt. 27:30), y Su boca es pura, de la cual salen dulces palabras de gracia (Sal. 45:2; Lc. 4:22) basadas en Su redención (la mirra).
