La que ama a Cristo desea llevar a cabo, junto con su Amado, una obra que abarque todo el mundo (los campos) al peregrinar de un lugar a otro (morar en las aldeas). Esto indica que ella no es sectaria al llevar a cabo la obra del Señor. Ella mantiene la obra abierta para otros, de manera que otros también puedan unirse al peregrinaje allí y ella pueda peregrinar a algún otro lugar. Esto es mantener una sola obra en el único Cuerpo.
Participar en la obra del Señor no consiste en trabajar para el Señor, sino en trabajar juntamente con Él (1 Co. 3:9a; 2 Co. 6:1a). Para laborar juntamente con el Señor, es necesario haber alcanzado la madurez en vida, ser uno con el Señor y realizar una obra que se centre en Su Cuerpo. La Sulamita labora como complemento de Salomón al cuidar de todas las viñas (8:11), esto es, de las iglesias y de los creyentes en toda la tierra. Esto indica que nuestra obra debe centrarse en el Cuerpo y no en una sola ciudad. La obra que realicemos debe ser una que abarque el mundo entero. Esto es lo que Pablo hizo al establecer iglesias locales para luego continuar laborando en ellas a fin de conducirlas a tomar plena conciencia del Cuerpo de Cristo.