Esta parábola indica que Dios, el dueño, vino en el Hijo buscando fruto del pueblo judío, que es comparado con una higuera (véase la nota Mt. 21:191a) plantada en la tierra prometida de Dios, o sea la viña (cfr. Mt. 21:33 y la nota 1). Él había buscado fruto por tres años (v. 7), y no encontró nada. Él deseaba cortar a los judíos, pero Dios el Hijo, el viñador, oró por ellos, pidiendo que Dios el Padre los tolerara hasta que Él muriera por ellos (cavara la tierra alrededor de la higuera), y les diera “el fertilizante” (abonara la higuera), esperando que entonces se arrepintieran y produjeran fruto; de otro modo, serían cortados. Los versos Lc. 11:29-32, 42-52, que revelan al pueblo judío como una generación maligna, confirman esta interpretación.