El Salvador-Esclavo, en Su servicio evangélico, ministró más de tres años en la región menospreciada de Galilea (véase la nota Mr. 1:141, párr. 2), lejos del templo santo y la ciudad santa, el lugar donde tenía que morir para el cumplimiento del plan eterno de Dios. Como Cordero de Dios (Jn. 1:29) tenía que ser ofrecido a Dios en el monte Moriah, donde Abraham ofreció a Isaac y disfrutó la provisión de Dios cuando le dio un carnero como substituto de su hijo (Gn. 22:2, 9-14) y donde se edificó el templo en Jerusalén (2 Cr. 3:1). Era allí donde Él debía ser entregado a los líderes judíos (Mr. 9:31; 10:33), según el consejo determinado por la Trinidad de la Deidad (Hch. 2:23), y rechazado por ellos, los edificadores del edificio de Dios (Mr. 8:31; Hch. 4:11). Era allí donde tenía que ser crucificado según el modo romano de llevar a cabo la pena capital (Jn. 18:31-32 y la nota; Jn. 19:6, 14-15) para cumplir el tipo con respecto a la clase de muerte que padecería (Nm. 21:8-9; Jn. 3:14). Además, según la profecía de Daniel (Dn. 9:24-26), en ese mismo año se le había de quitar la vida al Mesías (Cristo). Más aún, como Cordero pascual (1 Co. 5:7), era necesario que se le diera muerte el mes de la Pascua (Éx. 12:1-11). Por eso, tenía que ir a Jerusalén (v. 33; 11:1, 11, 15, 27; Jn. 12:12) antes de la Pascua (Jn. 12:1; Mr. 14:1) para morir allí el día de la Pascua (Mr. 14:12-17; Jn. 18:28) en el lugar y a la hora designados de antemano por Dios.