El primer nombre que se menciona en el Nuevo Testamento y también el último (Ap. 22:21) es Jesús, lo cual demuestra que el tema y el contenido del Nuevo Testamento es Jesucristo.
La Biblia es un libro de vida, y esta vida es una persona viviente, el Cristo maravilloso y todo-inclusivo. El Antiguo Testamento presenta un cuadro en tipos y en profecías de esta maravillosa persona como Aquel que había de venir. Ahora, en el Nuevo Testamento, esta maravillosa persona ha venido. La primera página del Nuevo Testamento, al recomendarnos a esta maravillosa persona, nos da Su genealogía. Esta genealogía puede considerarse como un resumen del Antiguo Testamento, el cual en sí es una versión detallada de la genealogía de Cristo. Para entender la genealogía que se encuentra en Mateo, es necesario remontarse al origen y a la historia de cada incidente.
Cristo, como el admirable centro de toda la Biblia, es todo-inclusivo y tiene muchos aspectos. Al comienzo del Nuevo Testamento se presentan cuatro biografías que describen los cuatro aspectos principales del Cristo todo-inclusivo. El Evangelio de Mateo testifica que Él es el Rey, el Cristo de Dios, del cual se habló en las profecías del Antiguo Testamento, y quien trae a la tierra el reino de los cielos. El Evangelio de Marcos nos dice que Él es el Siervo de Dios, que trabaja fielmente para Dios. El relato de Marcos es muy sencillo, porque un siervo no amerita una genealogía detallada. El Evangelio de Lucas presenta una descripción completa de Él como el único hombre cabal y normal que ha vivido en la tierra; como tal, Él es el Salvador de la humanidad. El Evangelio de Juan revela que Él es el Hijo de Dios, Dios mismo, quien es vida para el pueblo de Dios. De los cuatro Evangelios, sólo Mateo y Lucas nos dan la genealogía de Cristo; Marcos y Juan no lo hacen. Para testificar que Jesús es el Rey, el Cristo de Dios mencionado en las profecías del Antiguo Testamento, Mateo necesita mostrarnos los antecesores de este Rey, a fin de demostrar que Él es el sucesor legítimo al trono de David. Para demostrar que Jesús es un hombre cabal y normal, Lucas necesita mostrar la genealogía de este hombre, a fin de atestiguar que Él satisface todos los requisitos para ser el Salvador de la humanidad. Por tratarse de un siervo, Marcos no tiene necesidad de hablarnos de los orígenes de esta persona. Para revelar que Jesús es Dios mismo, Juan tampoco necesita darnos la genealogía humana del Señor; al contrario, declara que Cristo como Palabra de Dios es el propio Dios que era en el principio.
El reino, en el cual Cristo es Rey, está compuesto de los descendientes de Abraham, que incluyen tanto a sus descendientes en la carne como a quienes lo son por la fe. Por lo tanto, la genealogía de Cristo en Mateo comienza con Abraham, el padre del linaje llamado, y no con Adán, el padre del linaje creado. El reino de Dios no es edificado con el linaje creado, el de Adán, sino con el linaje llamado, el de Abraham, que incluye a los israelitas verdaderos (Ro. 9:6-8) así como también a los que creen en Cristo (Gá. 3:7, 9, 29). Para demostrar, usando la genealogía de Jesús, que Él es un hombre cabal, apto para ser el Salvador de la humanidad, Lucas remonta esta genealogía a Adán, la primera generación de la humanidad.